Final: XIII

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Camino pesadamente hacia Mondstadt, con solo un objetivo en mente, Aether.
Entró a la ciudad y no le importaron las miradas aterradas de la gente, pues el claro que sabía que sus ropas y su rostro no tenían el mejor aspecto, siendo más claro, estaban repletos de sangre, un olor que combinaba el olor a sangre y vino.

Camino terminando de fumar su cigarro y apagandolo en la copa de vino que tomaba con su otra mano, bebiendo de este, sin importarle tragar parte de las cenizas que el cigarro que acababa de apagar ahí soltó, disfrutando el sabor que se mezcló con la sangre.
Paso por las diferentes tiendas de la ciudad hasta que llegó a la conocida taverna, donde perdió tanto su dignidad como su orgullo en el pasado, y posesión de aquel con quien acaba de terminar. Riendo un poco por lo bajo entró como si fuese su propia casa, no recordaba donde se había citado con Aether aquella noche, pero tenía deseos de entrar a dicho lugar, quería sonreír de manera irónica a los borrachos, quería ver a la barra y no visualizar a nadie ahí, quería disfrutar lo que acaba de hacer.

Entró y se sentó donde siempre lo hacía, en la barra, y espero a que alguien lo atendiera; dejo su vaso de licor a un lado y tapó con una mano su frente, tratando de evitar la risa, sin mucho éxito, recordando todo lo que acababa de pasarle.

Sin siquiera notarlo sintió como de sus mejillas empezaron a caer lágrimas, limpiando un poco las manchas de sangre seca en su rostro, volteo a su alrededor y noto el animado ambiente, deseando estar con Aether, pero antes quería beber algo, recordar el sabor del vino que se servía ahí embriagarlo, cayendo tan suavemente por su garganta.

Espero a que alguien lo atendiera, y tal fue su sorpresa al ver quien salió por la parte trasera del lugar.
Logró visualizar al pelirrojo saliendo del lugar con cervezas y pedidos diferentes en las manos, y sin verlo a los ojos escucho claramente su voz diciendo que en un momento lo atendía. Ahí se desmoronó.


Cómo era que Diluc estaba ahí en esos momentos? ¿Era real? ¿De vuelta lo estaba alucinando?
Se levantó de su asiento totalmente en trance, yendo hasta el pelirrojo que había vuelto a meterse en la parte trasera de la cantina; entró al lugar de manera silenciosa, acercándose a paso lento hacia Diluc, quien al sentir su presencia se volteó, sobresaltadose un poco al verlo, por la obscuridad no pudo notar la sangre que lo envolvía, pero su sola presencia era suficiente para darle escalofríos.

-Cuánto tiempo -murmuró Diluc tantiando al menor, pues no sabía en qué estado se encontraba.

-No, no ha pasado nada de tiempo -habló Kaeya con su voz temblando, acercándose tambaleándose a Diluc, quien lo miraba espectante- literalmente acabo de verte ¡Acabamos de estar juntos! -gritó sin moverse un milímetro, su voz salió rasposa, casi como un gruñido.

-¿Tanta falta te hice? -preguntó el pelirrojo con burla en su voz -¿Tanto me necesitabas que alucinaste un encuentro nuestro? -avisó acercándose con desicion al peli-azul que estaba sumamente perdido en sus pensamientos.

Por instinto, su cuerpo retrocedió a la par que el cuerpo mayor se acercaba, chocando con la pared del sitio -¿Recuerdas este lugar? ¿Cuántas veces no nos dejamos llevar aquí? -mencionó Diluc acercando su rostro.

La cara de Kaeya expresaba como la sanidad que le quedaba se desmoronaba, no comprendía nada, ¿cómo podía ser que Diluc estuviera con él, si hace nada el se había encargado de asesinarlo?

-No... Y-yo te mate -hablo en un suspiro apenas audible al chico frente a él, que ya no le estaba prestando atención a sus palabras, comenzando a besar su cuello pues extrañaba eso, hace meses no veía a Kaeya, ni siquiera sabía que estuvo haciendo todo ese tiempo, de verdad que extraño sentir su cuerpo, satisfacerse con él.

Llévame Al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora