Vestía tan inocente,
con la ropa que le elegía su mamá y la cambiaba para que este siempre hermosa,
la peinaba para que se sienta como quisiera sentirse ese día,
como una princesa,
como una reina,
como una bruja,
le daba todo lo que podía necesitar cualquier niña,
su papá le había enseñado a defenderse cuando los otros niños le pegaban o se burlaban de ella,
le había dicho que tenía que defender siempre lo que era,
que no debía dejar que lo que la gente diga le afecte.
Siempre de la mano de su mamá y su papá,
saliendo a todos lados juntos,
incluso cuando llego uno más en la familia e intentaron explicarle que debía cuidarle y ser unida,
¿Quién podía creer que a pesar de unos padres amorosos alguien iba a corromper su inocente y puro ser?
no fue su culpa,
no fue culpa de nadie, en realidad,
más que del agresor que ataca disimuladamente para no levantar sospechas,
pero su mamá lo vio,
su abuela lo intento detener,
para ese momento era tarde. No fue su culpa,
tampoco fue culpa de su mamá, de su papá o de su abuela,
ella quería proteger a su hermana de aquel monstruo disfrazado con sangre familiar,
lo intentó y prefirió ser ella,
no fue culpa de su ropa,
elegida por sus padres amorosos,
no era culpa del lugar donde estaba,
en su casa y acompañada de una familia llena de amor.
Simplemente no fue culpa de nadie.
Solo fue culpa de quién siendo consiente de sus actos manchó de negro su alma tan blanca.
Y aunque luego lo contó,
juntando tanto valor que le hacia temblar el cuerpo,
y sí, habian pasado años,
pero decidió que no quería que nadie más vea corrompida su alma por un monstruo así
ni siquiera le importó si no le creían,
gritó tan fuerte que sus pesadillas se fueron,
venció a aquel recuerdo que la atacaba noche a noche,
recordándole que,
habían lastimado su inocencia desde muy pequeña.
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Cerrando el ciclo
Teen FictionLa luna llena nos invita a cerrar ciclos y animarnos a abrir nuevas oportunidades, por que no aceptar esta invitación?