♡ Capítulo III

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—¿Quisieras dejar de patear mi banco? —balbuceé molesta, fulminándolo con la mirada.

—Este es un país libre, si yo quiero puedo mover mis pies debajo de tu banco. —hizo una mueca, burlándose de mí.

Este chico comenzaba a hartarme.

Siempre se sienta atrás mío y en todas las clases no puede faltar el que esté removiéndose en su asiento y pateando mi banca, y si mi cabello cae en su mesa empieza a jugar con él. Es un fastidioso, lo juro.

—No molestes a mi amiga. —reprendió Camila, a un lado mío.

Pequeño detalle que siempre olvido, ellos dos son aparentemente mejores amigos o algo así, es lo que he notado en los primeros tres días que llevo aquí.

Y por ende, está con nosotras. Bueno no lo culpo, le quite la atención de su amiga, no hay que arruinar más su patética vida. Además, según Camila tiene muchas pretendientes por estar "bueno". Ajá claro, como no.

—¡Yo también soy tu amigo! —chilló él.

—Sí, pero ella es nueva y es muy maja. —sonrió ampliamente, volteando a verme.

—Claro, entiendo. —se hizo el dolido, negando con la cabeza y llevándose la mano al pecho —No descuides a tu amistad más reciente, y que le den a tu amistad de casi 4 años.

—¿A dónde crees que vas? Todavía no acaba la clase. —le preguntó ella, en cuanto vió que colgaba la mochila en su hombro y se levantaba del banco.

—Diez... nueve... ocho... siete... seis... —contó, distraídamente, sin dejar de vernos, mientras caminaba en reversa.

En cuanto la puerta se cerró tras él, el timbre del descanso sonó. El profesor ni siquiera se inmutó de lo que hacía, estaba ocupado mirando su móvil en el escritorio.

Ambas guardamos nuestros útiles en las mochilas y salimos, dirigiéndonos al pasillo.

—¿Y ya pensaste si tomarás clases extracurriculares? —enrolló su brazo con el mío.

—Quisiera tomar dibujo o tal vez cerámica, iré a inscribirme en el descanso.

—Me agrada más dibujo, así podrás dibujar a cualquier chico lindo que veas por ahí. -elevó las cejas, sin despegar la sonrisa burlona del rostro.

—No soy muy fan de ello. Preferiría dibujar paisajes, además aún no estoy tan preparada para dibujar anatomía humana.

—Te he visto dibujar entre clases, así que no mientas —se despegó de mí, para tomarme de los hombros y después sacudirme —, créeme, si yo tuviera un poco del talento que tú tienes, tendría toda una libreta llena de los rostros de mis ligues.

—Puedes tomar clases de dibujo para aprender. —sugerí.

—¿Lo ves? Tú también puedes tomarlas y así mejorarás.

—Tengo una idea mejor. —di pequeños brincos, tratando de ocultar mi entusiasmo — Inscribámonos las dos.

—Definitivamente no.

—¿Por qué? ¿No dijiste que querías dibujar chicos guapos? — cuestioné extrañada.

—¿Olvidas lo que te dije hace unos días? -arrugó el entrecejo.

—¿Acerca de qué exactamente?

—Sobre la vida social de un adolescente.

—Ya. —recordé.

—Así es, estaré muy ocupada mirando todas las temporadas posibles de cualquier serie. —suspiró.

—Así que me dejaras morir sola, eh. —le restregué.

Extractos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora