♡ Capítulo II

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La luz de la ventana dió directo a mi cara, por lo que al abrir los ojos dolieron bastante.

—¡Feliz primer día de clase, cariño! —gritó mamá, alegremente.

—Es demasiado temprano.

—Llegarás tarde si no te levantas ahora. —dijo a regañadientes.

—Las personas necesitan dormir y yo soy una persona, por lo tanto requiero dormir, mamá.

—Vamos levántate, cariño. —suplicó, moviendo de un lado a otro mis pies.

—¡No quiero! —chillé, cubriendo mi cabeza con las sábanas.

—Como quieras. —se levantó de la cama, abrió la puerta y antes de cerrarla con ella, dijo: — tendré que comerme yo sola los wafles.

Mi madre si que sabe cómo manipularme.

Bajo lentamente la sábana, lo suficiente para que mis ojos estuvieran descubiertos y pudiera verse que los pongo en blanco.

—Con jarabe de chocolate y trozos de fruta encima.... —siguió, arrastrando la voz..

Bufé, azotando las sábanas contra el colchón hasta que llegaran a la altura de mi pecho.

Me apresure a levantarme como pude, antes de que cerrara la puerta de mi habitación.

—Dame cinco minutos en lo que me alisto. —grité, brincando en un pie para acomodar mi calceta, antes de meterme al baño.

Cuando terminé de ducharme y arreglarme para ir al colegio bajo a la cocina a desayunar con mamá.

Ella ya estaba en la sala, mirando las caricaturas para niños que salían en la televisión.

Tomé mi plato con wafles y me lo llevé conmigo a la sala, para sentarme en uno de los sofás.

El primer mordisco de mi wafle fue una explosión de sabores en mi boca, sabía tan bien, juro que podría comer esto todos los días de mi vida y no me aburriría nunca.

—¿Tienes nervios? —preguntó, sin despegar la vista de la televisión.

No había pensado realmente si me causaba pánico estar en una escuela en un país que ya no reconozco, pero supongo que sí, quizás sólo una diminuta parte.

—No tantos, sólo espero pasar desapercibida.

—Muy tarde, eres la chica nueva a medio ciclo escolar. —recordó, esta vez mirando mi expresión.

—Odio el espíritu adolescente de preparatoria. —me quejé.

Me removí en mi asiento, para poder dejar mi plato vacío en la mesita de centro.

—Ya te gustará, cariño. —alentó. Apagó el televisor y se dirigió al clóset junto a la puerta principal para tomar su abrigo y las llaves del coche —Vamos ahora o llegarás tarde y no creo que quieras que eso pase.

Suspiré de mala gana, yendo a mi habitación por mi mochila.

Durante el trayecto de la casa al colegio me fue contando cómo también ella tuvo que adaptarse durante el año en que salió de rehabilitación.

—Y si caminas dos cuadras más, encontrarás un puesto de panes riquísimos. —aparcó el coche frente a las instalaciones del colegio y apagó el motor —Has muchos amigos y diviértete.

Hice una mueca de repulsión.

—Te quiero, mamá. —me despedí de ella y salí del auto.

—Hasta luego, cariño. —encendió de nuevo el motor, y antes de irse dijo: —Vendré a recogerte, bien.

Extractos de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora