-Nueva Aventura.

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"La danza hace que todo el dolor que desconozco desaparezca

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"La danza hace que todo el dolor que desconozco desaparezca.

* * *

La mañana de ese sábado empezó con una fuerte lluvia, convirtiendo el cielo en matices grises y melancólicos. Lo que muchos describirían como triste o deprimente. Pero había personas como una ojiverde levantose de su cama para empezar su día con la maravillosa lluvia que la hacía querer estar tomando un chocolate caliente.

Ese día la castaña casi rubia tenía clases de Ballet y ya con once años recién cumplidos era toda una experta en el ámbito del baile, sin contar lo emocionada que ha podido estar desde que cumplió los once años. Su emoción por ingresar a un lugar donde le enseñarán todo sobre la magia la ponía de gran humor, era encantador pensar en la idea de que ese lugar sería su hogar por siete años.

La ojiverde iba cantando una melodía que cada que se despertaba siempre volvía a su mente, no sabía el porqué pero la tenía siempre en su cabeza.

La luz del sol ese día era casi inexistente. Pero eso no era ningún inconveniente para que fuera un día totalmente deleitable.

La pequeña Boanneu se dio una ducha rápida y salió del baño para poder ponerse su atuendo acorde. El tul en la danza del Ballet era un clásico. Esa era la última clase que la castaña recibía estando en su casa, ya que al llegar a hogwarts se uniría al club de arte. Donde había distintos grupos de baile, pintura, canto y música. Ahí era donde seguiría con su Ballet.

De ninguna forma la pequeña Boanneu dejaría de bailar, eso ya era una parte para seguir viviendo para si misma.

Se escucho la puerta tocar y la chica dio el visto bueno para luego ver a su abuela entrar con algunos sobres en sus manos.

La castaña estaba de espaldas terminando de arreglarse sus zapatillas, no podía ver aún la gran sorpresa que su abuela le tenía.

—Hola cariño, buen día. —saludo Odette Boanneu a su nieta con una sonrisa ya que sabía muy bien lo que contenía una de esas cartas.

—Hola abuela, sabias que... —saludo rápidamente la ojiverde a su abuela, para luego darse la vuelta e interrumpirse a si misma al ver lo que su abuela traía. —¡No me digas que traes lo que creo que es! Ay... ¡No puede ser! Creo que me va a dar algo... No espera! Tengo que estar bien. ¡Tengo que leer esa carta primero antes de desmayarme!

La castaña estaba extasiada, estuvo esperando esa carta toda su vida y por fin la tenía en su poder.

La rubia río por la reacción de su nieta,  le entregó la preciada carta para luego salir de la habitación y así darle más privacidad para leerla tranquilamente.

Serendipia |¦| James F. Potter. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora