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Regresar aquella gran ciudad era todo un reto para aquel joven pelinegro de 24 años, no tan solo por lo mucho que había pasado ahí, sino porque él aún seguía ahí.

Decidió no pensar tanto en eso, ni amargarse el día con pensamientos que le harían doler el corazón, había llegado hace 1 día a la ciudad y se sentía ajeno, pero las condiciones lo obligaban.

Había conseguido un trabajo de chef en un hotel reconocido y realmente no se pudo negar, porque quería aprender más, porque necesitaba el dinero y guardaba la esperanza de verlo.

Era ilógico como siempre quería evitar pensar en él, pero aun así sus pensamientos eran sobre él o al menos fue así cuando piso aquella ciudad. Y como siempre volvió a pensar, pensar tanto, pero otra vez negó y mejor comenzó su día.

Se estaba quedando en un pequeño hotel, necesitaba conseguir un departamento, ni grande, ni pequeño, solo donde cupiera él y quizás un pequeño animalito.

Se bañó, vistió y comenzó su búsqueda luego de salir del hotel, no tenía un lugar en específico donde vivir, pero deseaba sea cerca de su trabajo.

No podía negar que había extrañado la gran ciudad, aquella que fue parte de su adolescencia, de sus locas aventuras y de su gran amor.

Encontró una cafetería muy cálida y no se negó a tomar una taza de café, ya que no había desayunado. Apenas entro, el olor de café y panes recién horneados llego a su pequeña nariz, cosa que lo hizo feliz.

Pidió una taza de café y un sanduche de jamón con queso, el día se encontraba algo nublado pero el sol ya comenzaba a salir, no sabía cuánto tenía que recorrer hasta encontrar un departamento, uno que sea económico y para él, así que se mentalizo que llegaría cansado a su habitación de hotel.

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Eran las 22:00 de la noche y un chico al otro lado de la ciudad, salía sumamente apurado, su jefe lo había obligado a quedarse hasta más tarde para hablar de los nuevos proyectos que se le venían y no se pudo negar.

Corría sumamente rápido para llegar a la parada de bus, el próximo carro estaría por pasar y ese sería el último, lamentablemente había prestado su carro a su hermano y el bus era su única opción para regresar a casa.

Estaba a unos pasos de llegar y vio cómo su única opción para llegar a su casa se iba, vio a lo lejos otro chico que había llegado justo después del que carro se fue, su respiración era errática, así como la de él y solo se sentó a descansar en aquella banca. Por alguna extraña razón, su corazón le decía que se acerque y él jamás se negaba a lo que aquel órgano le indicaba.

-Veo que también te dejo el bus –Habló antes de sentarse a lado del chico pelinegro.

No podía observarlo bien porque llevaba una mascarilla negra en su rostro y una capucha que cubría su delgado cuerpo.

La otra persona se tensó al escucharlo, y solo comenzó a jugar con sus manos.

De todos los lugares y personas en la ciudad, ambos se encontraron ahí.

UNA VEZ MÁS もう1回 ;; HopeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora