El secreto del bosque

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La luna se alzaba imponente y lo veía divertida recorrer su errante camino a través del oscuro bosque, llevaba ya tantos años vagando sin rumbo que había perdido la cuenta.

En aquella penumbra su única compañía era la luz de la descarada luna, su vieja flauta y sus fieles cadenas siempre atadas a sus pies; como recordatorio del peso de sus pecados.

Arrastraba el frio acero por la tierra, cuando el sonido de un ligero llanto, lo detuvo. Sin poder evitarlo lentamente se fue acercando hacia aquel sollozo.

Para cuando fue consiente de si, el pequeño cuerpo de un bebé se encontraba ante sus ojos. Fijo su mirada en aquel infante, y este detuvo súbitamente su llanto a la par que abría sus ojos y lo miraba anhelante aun con sus ojos humedecidos por sus lágrimas.

La imagen de aquel desprotegido y acendrado ser, lo conmovió por completo.

El bosque era un lugar peligroso para los niños, eso era lo que siempre le decían sus padres, cada vez que lo veían con intenciones de acercarse a este.

Sin embargo en aquella ocasión, se olvidó por completo de las palabras de estos y decidió adentrarse en el frondoso bosque.

Estaba disfrutando tanto de las diferentes tonalidades de la vegetación y de los sonidos propios de la naturaleza que no se fijaba en lo mucho que se alejaba. Y para cuando fue consistente del largo recorrido que había caminado miro asustado todo a su alrededor, intentando recordar como había llegado hasta ahí.

Se había perdido y no sabía cómo regresar a su hogar, intento buscar un camino que seguir, pero eso solo lo perdió más a su parecer. Triste por haber desobedecido a sus padres, se sentó bajo la sombra de uno de los muchos árboles y escondió su cabeza entre sus manos, esperando que sus padres o alguno de sus hermanos lo encontraran.

Estaba a punto de soltar lágrimas; cuando un ligero y frio viento le rozo el brazo, así que rápidamente levanto su rostro, solo para ver como una pequeña llama azul aparecía frente a él. Abrió muy ampliamente sus azules ojos, para después frotarlos, no muy seguro de lo que veía.

No obstante la flama azul era tan real, que empezó a bailar, al mismo tiempo en que más llamas aparecían y danzaban a su alrededor.

Ver aquellas pequeñas llamas girando a su alrededor, por alguna extraña razón lo hicieron sentirse protegido, y sin pensarlo mucho se levantó e intento tocar una de ellas. Pero las flamas no dejaban de moverse impidiéndole tocarlas, hasta que finalmente logro tocar una y contrario a quemarse, lo único que sintió fue un cálido y reconfortante calor emanar de la misteriosa flama danzarina.

Sonrió instintivamente y apareció en él; el deseo de bailar al compás de las flotantes llamas, por lo que así lo hizo, giro y giro al ritmo de estas hasta que noto que el melodioso sonido, de una flauta también lo acompañaba.

La meliflua canción era tan bella, que no le importo saber de dónde provenía esta ni las llamas que aun danzaban junto a él.

Perdido por la música y las azules flamas, no se dio cuenta que dejo de girar, y empezó a seguir la luz azul de estas por el bosque. Hasta que el sonido de unas voces gritando su nombre lo sacaron de su ensoñación.

Parpadeo un par de veces y a la lejanía, pudo ver la imagen del negro cabello de su padre y hermanos acercándose hacia él. Por lo que salió corriendo para alcanzarlos. Pensando que las llamas azules y la música, solo habían sido fruto de su más pura imaginación.

En cuanto tuvo a su familia frente a frente, noto como los ojos grises de estos se posaban sumamente preocupados en él, así que les abrazo de uno en uno, prometiendo no volver a entrar en el bosque solo.

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