Always with you

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Cuenta la leyenda que, si entras en las tierras más antiguas de los Uchiha, nunca debes ir a donde muchos años atrás se encontraba su primer castillo; si se quiere seguir viendo los rayos del sol.

Muchos cuentan que es una tierra maldita, otros que es un lugar ancestral al que preferiblemente no hay que acercarse. Sin embargo, para los Uchiha son solamente, las ruinas de lo que alguna vez fue un imponente castillo y el recordatorio de la peor tragedia de su noble familia.

Con un reluciente sol iluminando el firmamento, a Uchiha Sasuke aún le quedaba un largo trama de viaje para llegar a su destino.

Había pasado solo los dos primeros años de su vida en las tierras de su familia, antes de ir a vivir al reino vecino con su madre y su hermano, por lo que estaba ligeramente interesado en volver a su antiguo hogar. Aunque su estadía seria solo por un corto tiempo.

No obstante, las historias que contaba su hermano mayor solo lo interesaban más en llegar.

Durante sus primeros años de Infancia había escuchado los susurros de los hijos de los nobles de su edad, contar todo tipo de historias sobre las tierras de su familia y aunque nunca creyó ninguna, la forma en que Itachi las contaba intentando asustarlo, solo causaba el efecto contrario en él.

Cuando por fin llego, fue instalado rápidamente en una habitación y decidió descansar un poco, antes de que lo fueran a alistar para el baile que su familia celebraría en honor de su llegada.

Y aunque su intención había sido la de dormir un poco, una vez que se asomó por la ventana, no pudo evitar notar algo parecido a unas ruinas en la lejanía; que inevitablemente captaron su atención.

Para cuando la noche llego y el baile alcanzo su máximo esplendor, como era natural para un niño de ocho años, empezó a sentirse aburrido y un poco irritado.

Así que se escabullo y vago sin rumbo fijo, hasta que se encontró fuera del castillo e impulsado por un espíritu aventurero inusual en él, camino y camino hasta que se encontró en las ruinas que se veían desde su habitación.

Ayudado con la tenue luz de la luna, se desplazó con cautelosos pasos entre las ruinas; estas le recordaban a un laberinto y toda el aura que el lugar emanaba extrañamente lo intrigaba.

Por su mente viajaba la idea de encontrarse en el lugar de las historias que había oído. Sin embargo, fue sacado de sus propias cavilaciones por el ligero sonido de unos sollozos, que lo llevaron a unos montículos de piedra y justo en la piedra más grande, sentado y con la cara oculta entre sus manos, encontró a un joven.

—También te aburriste del baile.

En cuanto soltó aquellas palabras, el chico dejo de sollozar y lentamente levanto su rostro, pero su mirada se mostró decepcionada en cuanto lo vio.

Ante él, tenía a un apuesto joven, no mayor de quince años, con hermoso cabello cual color del sol, que combinaba a la perfección con unos radiantes ojos azules.

—Eres solo un niño.

—Que tiene que sea un niño —soltó ofendido.

—Yo quería bailar.

—Entonces, por qué estás aquí sollozando como tonto, mejor regresa al baile.

—No puedo.

—Acaso te has metido a estas tierras sin permiso, porque yo soy un Uchiha y si no estás invitado a estar aquí, debo pedirte que abandones estas tierras.

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