𝐑𝐚𝐢𝐧𝐲 𝐃𝐚𝐲 [𝐒𝐞𝐧𝐣𝐮 𝐊𝐚𝐰𝐚𝐫𝐚𝐠𝐢 𝐱 𝐎𝐜]

CAPÍTULO UNO

CAPÍTULO UNO

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Las cosas cambian, todos cambiamos. El mundo siempre está en constante cambio y para nadie esto era ajeno, pero, cómo habían pasado de jugar con pequeñas muñecas de trapo a... ¿Formar una pandilla?

— No lo hagas. — Rogó Hayashi, Senju le miró antes de negar.

— Mi decisión está tomada.

La albina se alejó lentamente por la distancia, sus labios apretándose en un intento por no girarse y volver atrás en donde su mejor amiga quedaba mojándose bajo la lluvia, con un corazón destrozado.

Mirai bajó la mirada, observando sus zapatos por unos segundos, cientos de recuerdos llegaron a su mente, todos los momentos que había compartido junto a la ojiazul quien se había marchado momentos atrás.
Desde los nueve años habían estado juntas, por casualidades del destino se habían conocido una vez mientras la albina lloraba desconsoladamente por haberse caído del columpio y haber herido sus rodillas, fue entonces que llegó Hayashi y le ayudó a ponerse en pie y lavar sus heridas, diciéndole que todo estaría bien.

— "Mamá me dice que debes levantarte y no llorar". — La castaña sonrió acariciando la cabeza de la menor. — Estarás bien.

— Gracias. — Limpiado sus lágrimas derramadas la albina estiró su mano. — Soy Akashi Senju.

— Me llamo Hayashi Mirai, puedes decirme Mirai. — Ambas estrecharon sus manos, y como dos niñas felices volvieron a jugar en los columpios.

Pero esa amistad había acabado bajo la lluvia ¿Volverían a encontrarse?

Quizá lo harían bajo la lluvia una vez más.

[...]

— ¡Atrapa!

La castaña saltó, atrapando la pelota antes de continuar haciéndola rebotar contra el suelo hasta la canasta, y dando un gran salto, encestó.

— ¡Bien hecho! — Varios chicos corrieron hasta ella, felicitándole por su buena jugada.

— Nunca nos fallas. — Rio Rei, uno de los jugadores.

— Hablamos de nuestra jugadora estrella después de todo. — El capitán sonrió. — Bien, es todo por hoy chicos. Nos vemos mañana. — Anunció el mayor antes de girarse hacia la chica. — Te acompaño a tu casa.

— No es necesario, Kenji. — Mirai desató sus cabellos, caminando hacia los vestidores. — Puedo volver sola.

— Pronto se hará de noche, no quiero que te suceda nada. — El rubio golpeó suavemente la frente de la menor. — Acepta de una vez.

— Bien, bien.

Juntos entraron a los vestidores. Aunque era una mujer, Mirai no podía decir sentirse insegura allí entre tantos hombres, después de todo eran sus compañeros de equipo con quienes llevaba dos años conviviendo, y la confianza se había desarrollado hacia la mayoría.
Eso no significaba que actuara libremente, lo único que Mirai podía hacer era sacarse la camisa y cambiarla por otra, pero en esa ocasión simplemente secaría su sudor e iría a casa en donde se ducharía y cambiaría.

— Bien hecho, estrella. — elogiaron los demás miembros.

— Gracias, chicos. Nos vemos pronto. — Tomando sus cosas, Hayashi salió del sitio, momentos después Miyamoto se acercó, caminando juntos hacia la casa de la castaña.

— Mirai, nos conocemos desde hace mucho tiempo. — Comentó el rubio, girando su rostro miró a Hayashi. — Pero nunca te pregunté ¿Por qué juegas al Básquet con nosotros? Hay clubes femeninos ¿No?

— Los hay. — Respondió Mirai. — Pero me gusta más el club masculino, prefiero tener que correr más rápido porque las piernas de los hombres son más largas y abarcan más espacio, o tener que esforzarme más al saltar para poder superar a otros. No es que me disguste el club femenino, pero suelen abstenerse más que el club masculino.

— ¿Tu familia nunca te ha dicho nada? — La menor negó. — Me alegro de eso, no sé qué haríamos sin nuestra mejor jugadora.

— No hay que exagerar, Rei también es bueno, debería de ser la estrella.

— Él fue quien te eligió como nuestra estrella. — Hayashi rio asintiendo. — ¿Qué hizo que te gustara el Básquet?

— Nada en especial, simplemente me agrada el deporte, debo de moverme mucho y pensar en mis movimientos. — La castaña sonrió. — Al principio fue una tortura, era muy floja y no quería hacer nada.

— Sí, lo recuerdo. Cuando entraste al club agradecías por cada descanso.

El caminar de ambos se detuvo lentamente observando la casa de mediano tamaño frente a ellos.

— Gracias por acompañarme, Kenji.

— No fue nada, nos vemos.

Mirai entró a su hogar, cerrando la puerta tras de sí. Dejando sus zapatos en la entrada, subió a su habitación tirando su mochila sobre la cama y caminando al baño. El partido había sido muy agitado, y aunque no fuera un juego oficial siempre daba todo de sí misma, por lo que terminaba bañada en sudor.

— Repugnante. — Susurró Hayashi, y sacándose la ropa entró a la ducha, comenzando a lavarse.

A sus diecisiete años de edad ya era reconocida como una gran jugadora del deporte, no extraña a nadie que algún entrenador de otro equipo se acercara a ofrecerle unírseles, pero como era de esperar la castaña siempre se negaba a ello, era fiel a su equipo, adoraba a cada jugador y su amistad.

Muchas personas veían un gran futuro en ella, y aunque el Básquetbol era su pasatiempo favorito, Mirai estaba consciente de que no era lo que deseaba para su vida, no sería a lo que se dedicaría hasta envejecer, por esa razón disfrutaría cada momento junto a sus compañeros, porque nunca se sabía cuándo sería la última vez que les vería.

Saliendo de la ducha, secó su cuerpo con una toalla y se dirigió a su habitación nuevamente, colocándose un pijama y dejándose caer sobre la cama. La mañana siguiente debería de asistir a clases, y aunque le aburría en demasía, no era una estudiante irresponsable.

Sus ojos estaban clavados en el techo, esperando a que el sueño le invadiera. Antes de que sus párpados se cerraran sus ojos se dirigieron fugazmente a la fotografía sobre su escritorio.

Dos niñas tomadas de la mano, una albina y una castaña, enormes sonrisas decorando sus rostros pareciendo vivir una vida feliz.

Hayashi suspiró levantándose y girando la fotografía, lo último que quería era deprimirse y no tener un correcto descanso.

Ya mañana podría pensar en esas relaciones amistosas que el destino había alejado de ella.

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