Una Vista General

Capítulo 2

Hay situaciones tan efímeras, igual de rápidas que un pensamiento o que una ligera brisa de verano. Al final del día uno tiene que aprender a aceptarlo ¿Verdad? Al menos eso sería lo más correcto.

No he venido a contar una historia de amor hacia un otro porque la vida no se basa simplemente en aquello, sino más bien sería de mi agrado poder compartir la historia de un amor propio, que usualmente desde arriba se ve que hace falta.

¿Cómo se puede dar amor a otros si no se tiene amor para repartir entre uno mismo? La respuesta es sencilla, no se puede. Tarde o temprano la gente se va dando cuenta de ello, muchas veces lo hace más temprano y otras más tarde, pero siempre pasa.

El amor propio suele estar sujeto a las reprimendas que se le pueden imponer a uno. Desde arriba puedo ver que el mundo está lleno de imposibilidades para la gente que más talentos y necesidades tiene. Sin embargo y al final del día, cuando uno llega a tener la libertad que tanto merece, es casi que inevitable no generar sus propias acciones; acciones y pensamientos que uno ame y lo transforme en quién es, llevando ese amor a todo su ser.

Y aún si no lo parece, yo mismo me vi en el lugar de la gente a la que ahora tanto critico. Es algo que no niego, me he equivocado, sin embargo y a diferencia de ellos lo reconozco. Las noches en las que me he visto envuelto en un llanto constante por amor son incontables, pero lo más triste de ello es que no fue por un amor hacia el otro, sino por el amor que no tenía por mi mismo. Todo parecía un pozo sin fondo, en el que simplemente iba cayendo más y más, se sentía como un infinito infierno. Esa es la descripción perfecta y aún no sé si existirá aquello luego de la muerte, pero fui partícipe de un infierno en vida.

Pero no quiero que esto se convierta en una redacción de mis infinitos errores, empero, sea un compilado de reflexiones y vivencias que espero lleven a otros a terminar mejor que yo.