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Gianna

La soledad es aislamiento, bloqueo, separación, asedio... Algunas personas lo buscan y a otras les llega.

Esa sensación llegó a mi vida años atrás, la muerte de mis padres dejo un vacío dentro de mí que nadie volverá a llenar nunca. He buscado refugio en cualquier tipo de cosa que me diera la seguridad de que no me iba a quedar sola.

Todo salió mal. Todo me llevó otra vez al punto de partida.

Con diecisiete años me aferré a mi abuelo con todas mis ganas, luche para que fuera eterno para mí y se fue.

Con diecinueve años me aferré a la fotografía, llevándome a una espiral de malos recuerdos cada vez que inmortalizaba alguna sonrisa que no veía nunca en mi rostro.

Ahora con veintidós no me aferro a nada. Aprendí con los años que el apego hacia algo te lleva al vacío y el vacío te lleva a esa soledad.

Esa soledad que va más rápido que tú y te persigue constantemente dondequiera que vayas.

Ahí está, en cada esquina.

Si vas andando por la calle te darás cuenta de la cantidad de personas que viven en la calle, en un rincón frio con solo un trozo de cartón o una manta. Esa persona mayor que se levanta todos los domingos por la mañana para salir solo al bar en busca de alguien con quien hablar y esos adolescentes a los que llamamos raros que, como hice, se aferran a lo que sea con tal de no tener esa sensación.

Y aquí me encuentro yo, otro ápice de soledad en la sociedad. Escondida detrás de una manta en una habitación de un pequeño apartamento en las afueras de Londres.

Hace ya dos semanas de la fiesta, dos semanas desde que lo único que tenía aquí me dejara tirada como si fuese lo último que le importase.

Saco mis manos de la manta y agarro en móvil, leyendo por quinta vez en mensaje que me envió Félix ayer por la noche.

Félix: Soy un gilipollas, inmaduro y otra vez gilipollas.

Sabes perfectamente que en un mes me voy a España, te iba a dejar sola, aunque hablamos sobre llevarlo todo a la distancia. No podía.

Te lo contaré todo mañana a las cinco si vienes al lugar de siempre.

Besos.

Hoy es ese "mañana" del que habla en el mensaje y todavía no he decidido nada.

Cuando el mensaje me llegó ayer mientras estaba haciendo una sesión de fotos para unos clientes en medio de bosque me tuve que ir corriendo hacia la furgoneta de las luces y de la producción para poder ir a llorar por algo sin sentido.

Puede que sea muy dura conmigo misma sobre mis sentimientos, pero cada vez que una lagrima se derrama por mis mejillas debido al amor, la ira me reconcome por dentro.

Miro mi reloj para ver la hora que es, he quedado a la una de la tarde con unos clientes para fotografiar una revelación de genero de un bebé y ya todavía son las diez de la mañana

Con toda la parsimonia me levanto de la cama y hago unos estiramientos perezosos para por lo menos poder sentirme ágil.

Me visto con el uniforme que siempre uso cada vez que hago sesiones de fotos y me encamino hacia la cocina para comer algo.

Cuando voy a meter el primer bocado de comida en mi boca me llega un mensaje a mi móvil.

Es Félix otra vez.

Félix: Necesito una respuesta.

Levanto la cabeza mirando al techo de la cocina esperando a que me llegue alguna señal divina, como veo que nada baja desde el cielo para ayudarme contesto:

Dondequiera que vayamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora