En esa cacería nocturna, se encontró con una presa enorme. Jin Ling sonrió con la adrenalina palpitando entre sus palmas, un fuerte resoplido de placer brotó de sus labios cuando halló a la presa perfecta. Suihua danzó en sus manos, al siguiente segundo, la espada atacó a su oponente. Un corte limpio, el grito del animal espantó a las aves.
Era una enorme bestia llena de espinas en su pelaje negro. Sus rugidos azotaban los árboles y sus garras quebraban los troncos en un solo movimiento. Este monstruo gimió ante el paso del filo de su espada. Zidian luego se enroscó en su cuello hasta herirla. El escudo dorado se abrió como una flor en el cielo. Dos movimientos más y la tuvo sometida.
—Ya eres mía —siseó. Sus ojos se llenaron de dorado con el sello que apresaba el poder demoníaco.
La bestia dejó de rugir. Tirada sobre sus patas, todo lo que salió de ella fue un leve gemido antes de apagarse. Hada corrió hacia el cuerpo para ladrar y ladrar con fuerza. Jin Ling envainó su espada y guardó a zidian en sus manos.
—¡Eso fue trampa! —gritó Lan Jing Yi con sus brazos en jarra mientras sale de la maleza—. ¡Ya lo teníamos!
—Lo perdieron —rodó los ojos antes de enfrentar al joven Lan con los brazos cruzados—. Te distrajiste y me lo llevé.
—No, ¡tú me distrajiste, tramposo!
—Jing Yi —regañó Lan SiZhui, antes de inclinarse ante el líder de la secta Jin—. No seas irrespetuoso. Si no te hubieras confiado, la bestia no hubiera escapado.
—¡Tonterías!
—¿Quieres enfrentarte a mí y salimos de dudas?
Jin Ling desafió. El joven Lan estaba a punto de aceptar cuando escucharon un silbido.
—Bien, bien, ¡ya ha sido suficiente, chicos!
Sobre la rama gruesa de un árbol la túnica negra se agitaba. El cabello oscuro danzaba en la larga cola alta y las cintas rojas que sujetaban el cabello se balanceaban en el aire. Wei Wuxian ya se veía más maduro en esos tres años. El cuerpo adolescente que tomó ya mostraba muchas más facciones de quién fue al morir; o, al menos, eso había escuchado de muchos que llegaron a conocerlo en ese entonces.
Jin Ling arrugó el ceño y miró a sus espaldas a Hada. Una señal y su mascota se alejó del lugar. Solo así Wei Ying bajó del árbol.
—Ahora que A-Ling ha acabado con este, sigan buscando, ¡la cacería no ha acabado!
—¡Sí, Wei QianBei!
Ambos jóvenes Lan desaparecieron entre la maleza de la noche. Jin Ling ya tenía su presa, así que simplemente le dio la espalda a Wei Wuxian dispuesto a regresar.
—A-Ling. —Se detuvo. Por un momento pensó que sería buena idea volver a llamar a Hada—. Puedo... ¿podemos hablar un momento?
Con los brazos cruzados le dirigió la mirada. Wei Wuxian se veía arrepentido, como si estuviera buscando alguna forma de acercarse, pero solo encontraba las puertas cerradas y nadie estaba dispuesto a darle la oportunidad de conversar. Él, honestamente, sí le gustaría hacerlo. Pero tras saber lo que ocurrió para que su jiujiu entrara en reclusión, existía una fuerte barrera que no pensaba cruzar. Podría admirar a Wei Wuxian, olvidar lo ocurrido con sus padres y comprender que todo fue una terrible tragedia propiciada por su xiao shushu. ¿Pero cuál era la excusa de Wei Wuxian y Lan Wanji para lo sucedido en el salón ancestral de Yunmeng?
¿Otro mal entendido?
Ni que fuera tan estúpido.
El día que Wei Wuxian apareció en la torre Koi después de la muerte de su xiao shushu lo recordaba muy bien. Él estaba ofendido. Wei Wuxian llegó en compañía del segundo jade, preocupadísimo al enterarse de su atentado.
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Tres partes de destino y siete partes de valor (MDZS / TGCF)
Fiksi PenggemarJiang Cheng entró a reclusión. Ni siquiera los ruegos de Jin Ling evitaron el destino que el líder de la secta Yunmeng escogió para sí. En medio de la desesperación, el joven recurre a la leyenda de un par de dioses que se adoran juntos. ¿Sus oracio...