— Todo bien Atenea?
La Diosa más alta no respondió a la pregunta y siguió abrazando a la Diosa rubia.
Afrodita miro al suelo un momento y vió una de las flechas de Eros, ahora sabía por qué actuaba tan extraño Atenea.
Luego de un rato por fin Atenea se alejo de Afrodita.
Afrodita estaba lista para ir a buscar a su hijo Eros y reprocharle por lo que le había hecho a Atenea.
Sí, aunque no lo parezca, Afrodita se preocupaba por Atenea pero nunca lo iba a demostrar abiertamente.
Después de un largo silencio se escucha unos sonidos extraños viniendo de unos arbustos, Atenea se para enfrente de ella de forma protectora.
— Quién esta ahí? Pregunto de forma desafiante la Diosa de ojos grises.
Después de unos minutos salieron dos Dioses, los dos estaban avergonzados y trataron de no hacer contacto visual.
Los Dioses se observaron fijamente y el Dios con alas estaba apunto de emprender vuelo pero la Diosa Artemisa lo agarro del pie lo estrello contra el suelo.
— Se puede saber que estaban haciendo ustedes dos?
— Nada! Sólo estábamos de paso.
Afrodita miro a ambos sabiendo lo que habían hecho mientras tanto Atenea sólo mostraba confusión.
— Bueno, Artemisa y Eros los quiero a ambos en mi palacio, tengo que hablar con ustedes dos así que espero verlos lo más pronto posible ahí.
Dicho esto ambos Dioses mencionados se fueron del lugar rápidamente, Afrodita estaba lista para irse también por lo que se fue caminando con gracia hasta su palacio sin embargo notó que alguien la seguía.
— Atenea, puedo hacer algo por ti cariño?
— Oh nada, sólo te estaba acompañando.
— Eso veo, puedes hacerme el favor de dejar de seguirme?
— Claro, no hay problema.
La Diosa de ojos grises se rasco la cabeza nerviosamente y Afrodita no pudo evitar pensar que se veía extremadamente adorable.
Afrodita siguió su camino pero de nuevo notó que Atenea la seguía pero siguió su camino hasta que vió a otro Dios cerca suyo.
— Hola hermosa, podemos vernos ahora en tu palacio y tener un encuentro casual? Si sabes a lo que me refiero. Dijo el Dios con suma lujuria
— Ella no puede hacer eso en este momento Ares! Respondió Atenea con autoridad.
— Y tú qué quieres Atenea? No hablaba contigo!
— Pues yo sí hablo contigo y te digo que Afrodita no puede seguir viéndose contigo!
Afrodita escuchaba como se armaba una fuerte discusión entre el Dios de la guerra y la Diosa de la sabiduría pero aprovecho que ambos estaban distraídos peleando uno con el otro para escabullirse e irse a su palacio.
Al llegar cerró rápidamente las puertas detrás de ella, asegurándose que ningún Dios pudiera entrar y esto apenas había comenzado.
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La flecha del amor (Athena x Afrodita)
Roman d'amourUna pequeña broma desencadena un gran problema, cuando Artemisa y Eros intentan hacer que Atenea se enamore de alguien lo que menos esperaban es que ese alguien sea Afrodita