Capítulo 4: Conversando

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Le duele una muela.

Sabe que no es una caries, no es esa clase de dolor. Es más molestia, cuando mastica el insípido desayuno que la cocinera ha hecho la molestia en esa muela primero es leve, luego sigue comiendo, sin saborear tanto, pero un segundo bocado a la avena espesa con pedazos de nueces y almendras hace que pare. Suelta la cucharilla precipitadamente, se toma de la mejilla y trata de comprender por qué.

Emira la observaー. ¿Te mordiste la lengua? ーRiendo un poco, Edric la acompaña.

Si no fuera porque Amity en verdad siente una fuerte molestia (no es una caries) los habría callado con una respuesta que se guarda mientras tantea la presión de su mandíbula para no volver a sentir esa extraña incomodidad.

Todo lo malo tenía que pasarle esa semana.

ー ¿Qué sucede, Mittens? ーEdric ha terminado su desayuno, como siempre, el primero porque en lo usual despierta con hambre, al contrario que sus hermanas, es extraño para ella, tal vez porque él es mayor, supone.

ー Nada, solo es un diente ーemplea la palabra equivocada. Una muela y un diente son cosas que, aunque sean sinónimos coloquialmente, difieren en sus significados, pero no lo piensa mucho, es solo un simple error, mamá y papá no están aquí para apreciarlo, y duda que sus hermanos lo noten.

ー ¿Una caries? ーAmbos gemelos parecen turnarse para hablarle, como un equipo de ping pong, porque ahora es Emira, y apuesta que luego seguirá Edric, siempre ha sido esa su manía desde niños.

Piensa, a gritos, que eso no es una caries. Lo sabría, tuvo un par de caries en el pasado y es un dolor desagradable, más fuerte del que tiene ahoraー. No es una caries.

Golpean la puerta del comedor y es el chofer. Hace tanto frío que hoy llevará a los hermanos a clases, claro, cobrando extra por ese servicio "amable".

ー No hay tiempo. Déjalo, Amity, no queremos que el dolor empeore. ーEs extraño que Emira vuelva a hablar, pero luego de ver que Edric parece estar distraído en su teléfono Amity comprende el cambio y la excepción a su pequeña costumbre.

Deja su desayuno tal y como le dijo Emira, no es que tenga mucha hambre tampoco, así que no hay problema.

Los tres salen del comedor y van en silencio hasta el auto negro que les espera fuera de casa.


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Cuando mamá se enojaba con Luz, lo cual no era con frecuencia, decía: "Ve a leer tus libros".

La imagen dibujada de la Buena Bruja Azura aparcaba por un rato el espacio deprimente de la mente de Luz; una comicidad extravagante ahora que lo piensa, parada frente a la cabina telefónica, hablando con su mamá.

Porque sí, Luz se dirigió a una cabina: No tenía teléfono ni celular, y Camila solo aceptó la llamada en el teléfono de casa mientras parecía que cocinaba para su almuerzo, lo cual no sonaba justo ni poético, porque Luz pensaba en la frase, mientras iba de camino a esa cabina de 2x2, "Me dirigí a una cabina: yo no tengo teléfono. Mi madre se dirigió a una cabina: no tiene teléfono" ya que está como un bohemio debido a que antes de recordar que debía llamar a su madre, escribía lo que se supone sería el borrador de su primer libro original...

Eso ya no importa.

En Gravesfield, Connecticut, su casa era adosada, -antes de que mamá comprara una cerca del bosque- las llamaban dos arriba, dos abajo: dos habitaciones en la planta baja, y dos habitaciones arriba. Durante seis años vivieron ahí tres personas, bien o mal, recuerdo fiel o inventando, todo estaba barajado por el tiempo.

La Hora del Cambio [Lumity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora