—¿Por qué se supone que tengo que hacer esto? —Preguntó por enésima vez en el dia
—Dijiste que querías aprender a hacer estas cosas y tener fuerza en esos —agita mi brazo y este se mueve como gelatina— flacuchos brazos.
—No lo decía tan literal, entiéndelo— volteo de forma exagerada los ojos bromeando.
—Eres muy rara y tenemos la misma sangre. —y así sin más se fue cerrando su casillero con más fuerza de la necesaria.
Ya tenía miles de papeles en los brazos que pesaban más que esas cobijas de tigre que en lugar de darte calor eran pesadas.
Ya habían transcurrido unos seis meses desde que me habían sacado de mi anterior instituto y durante todo este tiempo me había puesto a trabajar en la empresa de mi familia. Son dueños de una aerolínea famosa a nivel mundial pero no me interesa en lo absoluto.
En fin, solo estoy acá arreglando hojas y más hojas en la academia de pilotos de mi tío. En todo este tiempo no me podía quedar en casa para no holgazanear— y además para no aguantar a mi madre con sus estúpidas peleas de que pase al mando de la empresa— y... ¿mi padre? Viajando por el mundo haciendo negocios y buscando más inversores para la empresa. No lo quise acompañar porque no me interesa, pero me gusta estar mas con el que con mi mama, solo me quedé porque quería entrar a la academia de pilotos y aprender a pilotar así sea en un corto tiempo y además en un mes iniciaba en el Gallen college y me tenia un poco ansiosa conocer a nueva gente.
Hojas, hojas y más hojas. Lo bueno de esto es que soy la encargada en pasar la información de estudiantes a la computadora y en esta academia entran más hombres que mujeres y la mayoría son atractivos así que puedo escudriñar un poco en su información personal.
Es ilegal lo se, pero ando mas que aburrida.
—Ya te puedes ir a casa Chris—se asomo mi primo en la puerta.
—Si, claro. —me rasco los ojos por lo cansada que quede y me desperezo.
—Mañana no te necesitamos, creo que tu madre quiere hablar contigo...o eso es lo que nos dijo. —anunció mirando su teléfono.
—Vale, está bien. Feliz noche y si es una charla con ella eso significa que me va a sacar de estas cosas y centrarme en otras cosas conociéndola.
—Creo que tienes razón. Bien, ahora si te dejo tengo una cita.
Se despidió como por tercera vez y yo me fui del sitio.
Otras cosas lindas que había descubierto en todo este tiempo era que me gustaba andar de noche bailando como en las películas de Hollywood se siente la vida menos complicada y más ligera de sobrellevar, es en esos momentos que me siento como una persona normal y no que vengo de familia de empresarios. En pocas palabras disfruto más la vida sin el dinero y ser una chica común y corriente.
Después de caminar alrededor de dos horas llegué a mi casa preparándome mentalmente para una bronca de mi madre.
—¡Hasta que por fin llegas! —Me grita bajando las escaleras.
—También me alegro de verte. —le digo sarcásticamente volteando los ojos.
—Tenias que estar acá hace— mira su reloj de forma muy sobreactuada- como 2 horas, ¿Dónde se supone que has estado todo este rato? —pisotea fuertemente con sus tacones para hacerse notar hasta llegar frente a mi.
No respondí.
—Ay no, déjame adivinar. —se puso los dedos debajo del mentón como si estuviera pensando—estuviste en bares y te estuviste acostando con un montón de chicos como la zorra que eres.
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La tranquilidad de su voz
RomanceLa vida de Christine Finnegan era muy monótona. Nació en cuna de oro. Para muchos eso puede ser un gran alivio, pero para otras personas como a ella, quisiera haber cambiado eso... Para cursos sus últimos dos años antes de la universidad su madre la...