Llevaba un paraguas rojo, que contrastaba con el aura gris y melancólica de los edificios. Estaba en un estrecho callejón, alejado del ruido de la ciudad.
El agua caída rauda, fría y punzante.
El cielo estaba tapado por una masa de nubes y humo.
De repente el color rojo se esparció por las paredes de los edificios, el suelo de piedra y también por su vestido.
Era un rojo sugerente, que coloreaba el callejón con violentas manchas.