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Al llegar a las canchas Hinata recordó el amor tan profundo por el deporte que tenía, al mirar a Kageyama el sonrió, esa sonrisa que en la cancha lo retaba a mejorar y a la vez le decía que lo seguiría en cada movimiento para hacer las mejores jugadas, las más satisfactorias, la emoción lleno su cuerpo y se apresuró a llegar ahí, los chicos al verlo se notaron sorprendidos, Tanaka y Nishinoya ya no estaban, ninguno de sus sempais, porque debían estar enfocados en el ingreso a la universidad y ahora ellos eran los mayores, pero ver a sus kouhais del año anterior y a sus amigos del mismo grado lo hizo sonreír.

- Miren quien decidió apareajshgh - se quejó sobando su abdomen pues Yamaguchi lo había golpeado.
- Hinata - se acercó Yachi tomando sus manos emocionada.
- Hola a todos - sonrió algo débil aún.
- Bienvenido - acaricio su cabello Yamaguchi - empecemos todos juntos.

Empezaron a entrenar y notó la ligera tensión en el tobillo de Kageyama, no era algo exagerado, era más como si estuviera siendo cuidadoso pero no dejaba de preocuparse, el mismo se acercó a revolver su cabello.

- Estoy tratando de no forzarlo, sólo eso - aclaró y el pelirrojo asintió.

Siguieron entrenando y todos quedaron sorprendidos por dos cosas, la primera, el pelirrojo había perdido condición, la segunda, nunca habían sentido tanta coordinación y vínculo en una jugada como las que hacían los dos juntos.

- Son geniales - dijeron los kouhais sonriendo.
- Pensé que ambos se llevaban mal - dijo sorprendido un menor.
- Sigan con el ejercicio - hablo Tsukishima haciéndolos asustarse y seguir con lo suyo.
- Pero si es algo sorprendente - se rió Yamaguchi - extrañaba sentir esto al verlos.
- Es como si nada hubiera cambiado - sonrió feliz Yachi.
- No, las cosas cambiaron, por eso ahora son mejores juntos que antes - aclaró Tsukishima y se fue a terminar el ejercicio.

Al final ambos se quedaron haciendo pases y ejercicio para recuperar la condición que ambos perdieron en esos meses, Yachi tenía sueño, pero hace mucho no estaba tan feliz de desvelarse entrenando junto a ellos.

- El último autobús no tarda en pasar - les recordó - vayamos todos a casa por hoy.
- Si - dijeron ambos empezando a estirar y limpiar.

Una vez fuera la chica subió a su tren y ellos se dirigieron a la parada de autobús, subieron tranquilos, el pelirrojo se sentía feliz y se recostó en el hombro del colocador a lo que sonrio mirando por la ventana, una vez en casa ya cenados, bañados y recostados, a punto de dormir, el pelirrojo se giró dandodole la espalda al pelinegro.

- ¿Tienes calor? - se inclinó un poco sobre él el mayor, hizo sonreír levemente al pelirrojo por lo tierno del gesto.
- Estoy tratando de ser valiente - habló bajo captando la atención del otro.
- ¿En serio? - besó su hombro abrazándolo más contra él.
- En realidad, ese día quería contarles muchas cosas, pero la lluvia y... eso, no me permitió hacerlo.
- Puedes decirme lo que quieras - recargó su mentón por sobre su cabeza.
- Desde el día en que Haru fue al gimnasio - empezó a temblar un poco con solo decir su nombre - no podía dejar de sentirme vacío y mi pecho se oprimía demasiado, así que lloraba todos los días antes de ir a casa, durante tres meses la relación con Haru parecía más la de un niño que iba a llorar a los brazos de un hermano mayor.
- Los hermanos no se besan Shouyo - dijo muy a su pesar.
- En realidad, no me gustaba hacerlo, se sentía mal, porque... porque no podía enfocarme - dijo nervioso y el brazo que rodeaba su pecho sintió su corazón acelerarse.
- ¿Enfocarte? - se apoyó en sus antebrazos al escuchar eso del pelirrojo.
- Si, en realidad, antes de conocerlo estaba muy preocupado por mi orientación y lo que sentía - explicó sintiendo sus manos temblar, no sabía si tenía el coraje para decirlo ahora, no podría soportar alejarse de alguien que lo a apoyado tanto, se alivió un poco cuando Kageyama lo giró abrazándolo contra su pecho tomando asiento ambos.
- Te escucho - besó su mejilla provocando un enorme sonrojo en ambos.
- Porque a mí me gustaba alguien, pero tenía mucho miedo de decir mi orientación así que lo guardé durante mucho tiempo, y cuando fuimos a la cafetería ese día, Haru se presentó abiertamente como era y eso me gustó de él, más bien lo envidié y quise acercarme, fue la primera persona en saber cómo me sentía, me sentí tan libre al platicarlo con el que se me olvidaban mis problemas, por eso lo frecuenté y el se enamoró, para mí... para mí era la persona que me permitía respirar entre tantos problemas, así que acepté salir con el, pero cuando era romántico, me sentía nervioso en un sentido incómodo, y cuando intentaba besarme, me sentía extraño, como si fuera algo que no debería de estar haciendo y no era por ser gay, solo sentía que no debía acercarme tanto, no con él.
- ¿No con él? - frunció levemente el ceño.
- Después de pensar y darle mil vueltas despues del accidente, sus palabras, no se referían a ser valiente por mi orientación, sino a ser valiente con mis sentimientos.
- Te gustaba... no, ¿te gusta alguien más? - lo abrazó fuerte con el rostro afligido, no quería, no quería volver a los días en los que tenía que verlo siendo feliz con otro, esta semana juntos en la que pudo ser sincero con como se sentía esperaba repetirla todos los días.
- Por años oculté lo que sentía por miedo a ser rechazado, porque amo a alguien más y quiero estar con él correctamente, Haru lo entendió primero que yo y aunque eso no justifique su engaño, ahora entiendo que nunca debí ocultarlo, y gracias a ti ahora estoy mejor... quiero confesarme a esa persona - a ambos les latía el corazón desvocadamente, como si se fuera a salir por su garganta, pero al contrario del pelirrojo, el otro chico sentía tanto miedo de verlo con alguien más que se apartó nervioso y frotó su rostro con ambas manos - ¿Tobio? - escuchó la voz preocupada del pelirrojo, al verlo afligido, guardó nuevamente sus sentimientos y tomó aire para volver a abrazarlo tranquilizando al chico entre sus brazos.
- ¿Quién es esa persona? - acaricio su cabello aguantando las lágrimas, porque aunque estuvieran en la misma cama abrazados, sentía que estaba a punto de perderlo.
- Es un idiota que no es sincero con lo que siente como yo, así que puede que sea difícil y eso me preocupa, pero me hace sentir tan bien que puedo soportar cualquier cosa a su lado - sonrió mirándolo a los ojos.
- Pue-puedo ser mejor que él - dijo nervioso, se golpeó mentalmente por decir eso en voz alta, el plan era apoyarlo en todo, todo, y ahí estaba el pidiendo que lo eligiera, en fin... si se iba a joder que se jodiera por completo - quiero ser yo, lo he deseado desde nuestro primer año, no sé cuándo comenzó, estuve confundido un tiempo por mi orientación, pero ahora puedo estar seguro de eso y de que te amo, por favor, esta vez... escogeme a mi, quedate conmigo y no me sueltes - empezó a llorar tras decir lo que siempre había anhelado.
- No lo haré - sonrió limpiando sus lágrimas - parece que los dos idiotas por fin fueron sinceros con sus sentimientos - el pelinegro se sorprendió repasando la conversación, era una confesión, pero no sobre la persona que le gustaba, bueno, si, pero esa persona era él, lo miró sorprendido y Hinata rió al verlo entender, de inmediato lo abrazó rodando por la cama haciendo reír al central, quien secretamente suspiró del alivio pues aún estaba nervioso por ser rechazado - me gustas desde que te conocí en secundaria, Tobio - se confesó.
- Me gustas, me gustas mucho Shouyo - lo abrazó feliz - por favor, déjame ser tu alfa.
- Sería un placer para mí ser tu omega - rodeó su cuello con una enorme sonrisa en su rostro.

El pelinegro observó su rostro y lo sostuvo entre sus manos antes de acercarse a besarlo, se sentía tan malditamente bien que cuando el pelirrojo lo apretó más rodeó su cintura recostandolo en la cama, estaban comiéndose los labios del otro, era tan candente que era excitante y dulce, el mejor beso de sus vidas.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2021 ⏰

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Cicatrices (Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora