Capítulo VIII: Seguir adelante sin rencores.

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– ¡Tengo derecho a una llamada! –exclamo con enojo el albino mirando a los dos oficiales frente a él, quienes le impedían el paso hacia el teléfono adherido en la pared a sus espaldas– ¿¡Porque los demás reos pueden hacer una llamada aunque sea mensual a sus familias y yo no!?

– Son órdenes de arriba Taisho, así que regresa a tu celda inmediatamente y no insistas... –contesto uno de los oficiales.

– Quien mierda dio esa orden... ¡Es una injusticia! ¡Están vulnerando mis derechos! –trato de defenderse inútilmente el ojidorado.

– Yo di esa orden Taisho ¿Tienes algún problema con eso? –dijo con burla una voz que acababa de entrar a la sala y había estado atestiguando la discusión– Además, una sucia rata criminal como tú no tiene ningún derecho en este lugar... –finalizo con satisfacción.

– Maldito... –susurro Inuyasha mirando con creciente odio al recién llegado pelinegro de ojos azules– No te conviene que hable con ella ¿Verdad?

El pelinegro río divertido.

– ¿Para qué hablarías con ella? Si ya no le importas, lo único que desea en estos momentos es olvidar que alguna vez exististe e interferiste en nuestras vidas... –dijo esta con odio en su voz.

– Mentira... –respondió el albino apretando los puños– Todo lo que sale de tu asquerosa boca son solo... ¡Sucias mentiras!

Y sin que nadie de los oficiales presentes lo previniera, Inuyasha se lanzó sobre Kouga propinándole un puñetazo en la quijada tan fuerte que lo derribó y lo dejo tirado en el piso.

– ¡¿Que esperan par de inútiles?! ¡Neutralícenlo! –ordeno rápidamente Kouga al tiempo que se levantaba tratando de limpiarse la sangre que broto de su labio roto (o quizás era más que su labio y le tiro un diente)

Los oficiales no esperaron a que su superior repitiera la orden así que uno de ellos rápidamente saco su garrote y lo estrello con fuerza en la espalda del albino, aturdiéndole mientras el otro aprovecho el descuido y pateo fuerte detrás de las rodillas del reo obligándolo a ponerse de rodillas y así poder esposarlo.

– Llévenlo a su celda y no le den de comer esta noche ni mañana en todo el día. –Ordeno nuevamente el pelinegro– A ver si de esa manera aprende a respetar a la autoridad... –finalizo con una sonrisa torcida plasmada en su rostro.

Kouga se volteo dispuesto a retirarse pero se detuvo como si estuviera olvidando algo importante.

– Ah y... –miro a los oficiales que en ese momento levantaban a Inuyasha del suelo y lo obligaban a caminar de regreso a las celdas– Ginta, Hakaku no olviden que por nada del mundo este sujeto puede realizar llamadas de ningún tipo. Lo tiene estrictamente prohibido y si me entero de que me fallan en esta misión, ya saben con quienes me desquitare... –dejo la amenaza flotando en el aire, haciendo tragar con fuerza a los oficiales.

– Lo sentimos Taisho, solo recibimos órdenes... –trato de disculparse el oficial de pelo blanco una vez dejo a Inuyasha en su celda y volvió a cerrarla.

Ambos oficiales sentían pena por el ojidorado y del modo en que su jefe le trataba, a sus ojos era un buen muchacho, de hecho era de los pocos reos que no daban problemas nunca y siempre tenía buenas anécdotas que contar para pasar el tiempo pero ellos no podían hacer nada por él pues desobedecer una orden directa de Kouga Wolf les costaría algo más que un despido...

Destino RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora