Allen Sugasano [1]

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Los dedos del pelirrojo tamborileaban en la mesa con el ritmo de su próxima canción, tarareando una melodía lo suficientemente alto como para que todos los presentes en la sala opinen de ello

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Los dedos del pelirrojo tamborileaban en la mesa con el ritmo de su próxima canción, tarareando una melodía lo suficientemente alto como para que todos los presentes en la sala opinen de ello.

Anne fue el primero en soltar unas rimas para darle algo más de alegría al ambiente, ya que estar encerrados durante tanto tiempo solo para esperar un par de pizzas no era su fuerte -y tampoco quería que tú te aburrieras, si bien eras novia del mitad ruso sabía que podía llegar a ser bastante distante cuando de componer se trataba.-

Tu rostro se iluminó con admiración al escuchar la bella voz de tu amigo, disfrutando de cada frase dicha por él, mientras Hajun tomaba de su soda y marcaba el ritmo con el pie desde el sofá en donde estaba.

Allen decidió unirse al freestyle de su compañero, con energía y estilo, haciéndote moverte a su ritmo, disfrutando del pequeño momento de diversión.
Hasta que la canción dio a su fin, con una última frase cantada por Hajun, las risas iban descendiendo poco a poco y al momento de que sonara el timbre solo sus sonrisas quedaban prendidas en el rostro de los cuatro.

Hajun fue el primero en levantarse para atender al repartidor, tomando el dinero que le dabas ya que era tu turno de pagar por la comida.
Luego Anne que ya estaba de pie lo siguió para buscar refrescos guardados, dejándolos a solas a Allen y a ti.

El lugar estaba en completo silencio, con sólo las luces de sus computadoras alumbrando el cuarto.

Allen volteó en su silla para mirarte, aún con esa sonrisa divertida en su rostro, sin decir nada apoyó su brazo derecho sobre la mesa, posando su cara sobre su mano desnuda.

Imitaste su acción, con tus ojos pegados a los de él, disfrutando ese pequeño momento.

Sus cuerpos estaban a centímetros, con solo los apoyabrazos entre ustedes, sus miradas pegadas al otro, no había que decir nada más, ambos sabían lo que pensaba el otro.

Los segundos en que esos ojos cafés te miraban parecían eternos, él también lo sentía así, ambos empezaban a impacientarse, pero ninguno se iba a rendir.

Anne abrió la puerta, y con un Hey, hey de parte de Hajun parpadeaste, maldiciendo por dentro a Hajun, a Allen y a ti por perder.

Allen celebró victorioso, para luego, mientras el otro par posaba las cosas en la mesa detrás de ustedes, posar un suave beso sobre tus labios, con la mano en la que antes estaba apoyado sobre tu mandíbula.

— ¿Qué sucedió aquí?— ríe su amigo de largos cabellos, tomando una pizza de la caja ya abierta por su compañero.

—  Solo una guerra de miradas la cuál gané—  responde tu novio, que te pasa una de las rebanadas con una sonrisa juguetona.

Esos pequeños momentos con BAE, y especialmente Allen, te convencían de estar en el lugar correcto.

Esos pequeños momentos con BAE, y especialmente Allen, te convencían de estar en el lugar correcto

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