CAPÍTULO TRES: LA CIUDAD DEL OCASO

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En medio del inmenso salón del trono la clara luz de la mañana penetraba entre los muros y a través de las ventanas. El rey Randver estaba sentado sobre su trono, un asiento de gran tamaño fabricado en mármol y con incrustaciones en joyas anaranjadas que se elevaban desde los pies de su trono hasta formar un arco sobre su cabeza. Un poco más arriba había una figura redonda simulando un sol, tallada en piedra. Randver se sentía como un rey que ya cargaba con muchos años en el trono, al menos unos 40-46 años. Lucía como un hombre robusto, ancho de hombros, cabello cobrizo cano, grueso y alborotado, además de largo hasta sus hombros. Una corona de oro con incrustaciones de gemas del mismo tono que las que decoraban su trono adornaba su cabeza, esta poseía cuatro puntas representando las cuatro ciudades que gobernaban. El rey, con una marcada sonrisa, recibía a su invitado, sin duda había esperado su regreso con gran impaciencia.

— Empezaba a pensar que no regresaríais con vida hasta que mi guardia me informo de vuestra presencia, sois más que bienvenido a este lugar. — Exclamó el rey en un tono de cortesía ante el mercenario.

Iridion le dedicó un gesto de su cabeza a modo de asentimiento, de este modo devolviéndole el saludo al rey. Sus ropas habían sido reparadas, pero en el lugar de su pierna y en su costado derecho lucían aún vendajes recientes y las heridas de su rostro ya estaban cicatrizando, mostrando un atisbo de los "recuerdos" que se había llevado de aquel lugar.

— Disculpad que no me arrodille, majestad... pero mi pierna aún está limitada. —Dijo el mercenario.

Realmente mintió, sus heridas habían sanado bastante rápido y la pierna apenas quedaba un dolor punzante, pero era su excusa para no hincar la rodilla ante un monarca. El guardia que permanecía junto al rey le miraba con cierto desprecio, llevando su mano a la empuñadura de su espada y haciendo un amago de acercarse con intención de obligarle a postrarse, al menos hasta que el rey le hizo un gesto con su mano, deteniéndole.

No eran pocas las miradas de desaprobación de algunos de la guardia real, hombres envueltos en armaduras de hierro que reflejaban su color blanco como si fueran bañadas por un cegador amanecer. A esto les seguían una capa de lana pesada teñida de un tenue púrpura con el emblema del rey encima, el sol ámbar del atardecer.

Randver estaba dispuesto a pasar algo como aquello ante las noticias que el mercenario le traía. Se frotaba su larga barba tipo candado entre su índice y pulgar, alzando la mano en dirección a su invitado.

— Confío en que hayas conseguido las pruebas de tu éxito, de lo contrario... el tema del pago va a suponer un problema. — Dijo el rey con un atisbo de desconfianza.

La respuesta del mercenario se dio cuando llevó su mano despacio a su cinturón, hasta alzar el libro que encontró en los aposentos del pontífice. Se acercó lentamente y dejó el mismo en uno de los escalones que llevaban al trono. El guardia real que permanecía junto al rey recogió aquel objeto para revisarlo antes, se veía un hombre precavido. Se podía observar que era un hombre de unos 30 años, corpulento aun si se deshiciese de su armadura. Su piel era notablemente oscura y su cabello muy corto, negro como el carbón. Acababa en unos intensos ojos de un profundo azul escarcha que parecían observar todo con vigilante frialdad.

El rey tomó aquel libro de oscuras y desgastadas hojas entre sus manos. Comenzó a leer sus páginas, al menos aquellas que explicaban todo lo acontecido en cuanto al monasterio. Los oscuros ojos del monarca no daban crédito a lo que estaba leyendo, frunciendo el ceño ante los descubrimientos, escritos del puño y letra del mismo artífice de lo ocurrido.

— Dioses... ese hombre descendió a la peor de las locuras. — Dijo el monarca sin dejar de leer en su mente.

Cada párrafo le revelaba más y más, pero a medida que avanzaba hacia el final, para él era peor, hasta llegar al fatídico día donde tuvo lugar la matanza, donde un antiguo monasterio de pueblo terminó convirtiéndose en unas ruinas que solo aguardaban muerte y desesperación. Ante la última página, cerró sus ojos y apoyó su frente sobre una de sus manos en un gesto que demostraba el peso que ahora suponía para él la verdad.

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⏰ Última actualización: Nov 21, 2021 ⏰

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HERENCIA DE DRAGONES [Saga de Iridion #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora