Liam despertó, estaba acostado en el pecho del moreno, esté lo abrazaba, como antes, una dulce sonrisa se poso en su rostro, vio al moreno despertar, sus ojos abriéndose, sus pestañas largas, esos hermosos ojos mieles, el peli-negro lo miro, le sonrío, mostrando su hermosa sonrisa, lo atrajo un poco más a el y le dio un casto beso en la frente, el castaño puso una gran sonrisa.
-Buenos días, osito- hablo el oji-miel, parecía como si nada hubiera pasado, si nada hubiera cambiado, como si fueran solo ellos dos, como antes.
-Buenos días, Zee- dijo el oji-marrón, toco suavemente la barbilla de esté, para después sentarse en la cama, aún mirando al moreno, -¿Te sientes mejor?- pregunto.
-¿Ahora?, mucho mejor- sonrió, se sentó, apoyándose en la cabecera, -¿Tu?-
-También, bastante bien- le sonrió, -¿Crees que nos dejen ir a trabajar?, mamá suele ser muy estricta cos eso-, se escucho a alguien tocando la puerta, era como si hubieran llamado a la mujer, -pase-, Luz entro.
-Buenos días niños, es algo temprano, perdón por eso, pero quería ver como seguían- dijo con su linda voz.
-Nos sentimos mejor, Luz- respondió el moreno.
-Okey, creo que podrán ir a trabajar, solo déjenme traerles el desayuno, se arreglan y les digo cuando puedan salir, ¿Les parece?-, ambos asintieron.
-Ma', ayer papá se comporto muy raro, en la noche vino a mi cuarto, ¿Paso algo?- le preguntó.
-Emh...- soltó un gran suspiro, -Después hablamos de eso- le sonrió, dio un casto beso en la frente y salió de la habitación.
El moreno se metió a bañar, el se pondría el mismo traje de ayer, tenían planeado ir a donde dormía el moreno por un cambió, el castaño esperaba mientras arreglaba un par de cosas y arreglaba su maletín, cuando el oji-miel salió de la ducha, el castaño se metió a bañar, ambos se arreglaron, se quedaron esperando un rato más a la madre del castaño.
La mayor Payne fue hasta la cocina, sirviendo dos platos de comida, cuando sintió a alguien acercándose.
-Buenos días amor- dijo Leopoldo, en un tono lindo, pero se podía notar algo de temor en su voz.
-Buenos días Leopoldo- dijo en un tono frio, -iré a comer con mi hijo, si me disculpa, me tengo que retirar- tomo los platos y bebidas dirigiéndose a la salida.
-Luz, cariño, por favor, ¿Podemos hablar?- pidió, rogando.
-Deme un momento- fue hasta la habitación de su hija, dejando los platos a los dos jóvenes, -Cuando terminen de comer salgan por la parte de atrás, ¿Okey?, cuando lleguen a la oficina me avisan, ¿bien?-, ambos asintieron, -Bien, yo me tengo que ocupar, cuídense ¿Bien?-, se despidió y salió de ahí. Camino hasta la cocina, donde la esperaba el mayor, -Bien, ¿De que quiere hablar?- dijo sentándose en una se las sillas, tomando una taza de café para comenzar a beber.
-Sobre lo de ayer, perdón, realmente no lo quería decir, lo juro, no volverá a pasar- dijo.
-¿Por qué me suenan a las mismas palabras de hace años?, "perdón cariño, pero me vi obligado, no volverá a pasar"- respondió, -venga, vamos, es lo mismo que hace años, lo llamaste enfermo y anormal, actuaste como si no fuera nada, como si no tuviera emociones, aún sabiendo cuanto sufrió años atrás- tomo un sorbo del café, en busca de algo de tranquilidad, -¿o no lo recuerdas?, como tu hijo cayó en una depresión, donde se quedaba hasta tarde en la empresa, trabajando hasta altas horas de la noche, ¿eh?, o cuando tenía veinte, que comenzó una adicción al alcohol y que solo lloraba, tomaba y trataba de distraerse en el trabajo, donde lo tuvimos que obligar a ir a un centro de rehabilitación y con cientos de terapeutas, tu hijo sufrió mucho desde la firma de ese maldito contrato, desde que ustedes decidieron separarlos- le reclamo, -No es la primera vez que me dices que vas a cambiar, ya lo hiciste antes, y por un momento lo creí, pero ayer me demostraste que no, ¿realmente hablas así de tu hijo?, no lo puedo creer- bajo la mirada, su cólera subía.
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Desafiando el contrato
RomanceEl tenía la vida hecha, era el hombre perfecto, con el trabajo perfecto, la novia perfecta, la familia perfecta, toda su vida era perfecta, hasta que el volvió...