Treinta

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A veces desearía haberme abstenido
de entregar partes de mí.

Pues parece ser
que cada ser
al que me abro,
se va.
Dejándome sin un pedazo más
De mi corazón.

Creo a veces que
las piezas faltantes
ya son bastantes
y no queda mucho que dar.

Queda el lugar donde habita mi corazón,
pero casi no hay partes de él.

Versos con sabor a sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora