27

1.5K 138 40
                                    

Mi lado irracional se apoderó de mí, terminé de quitar la prenda que estorbaba y no me dejaba apreciar el maravilloso cuerpo de Marcela.
Mis ojos se embobaron y no podían apartar la mirada.

Sentí las manos de la pelirroja tomando mi rostro.

—Tócame, necesito que me toques—pidió, brindándome una sonrisa tierna. Y en ese momento reaccioné.

¿Qué estaba haciendo? Marcela estaba ebria, por eso su comportamiento, me estaba aprovechando de ella. Sabía que estando en sus cabales jamás me pediría que la tocara.

—Lo siento, Marcela, no puedo hacerte esto. Tú no te mereces algo de una noche, tú estás tomada y yo también—después de decir aquello me fui a mi habitación.

Mi cuerpo se sentía vacío al perder el calor de Marcela, sin embargo, sé que hice bien, mañana nos hubiéramos arrepentido de todo. Pero joder, cómo iba a olvidar sus besos, sus gemidos, sus senos; quería devorarla por completo, malditas hormonas no podían calmarse.

Me desnudé antes de acostarme, cerré mis ojos, de alguna manera debía calmar mis ganas, empecé a acariciarme... apreté mis pezones soltando un pequeño gemido, mi respiración empezó a agitarse, una mano continuó acariciando mis senos mientras que la otra descendió llegando a mi centro toqué por los costados, me encontraba realmente húmeda, empecé a tocar en círculos a la vez que mis caderas se elevaban sintiendo el placer, pellizque un poco más duro mi pezón haciendo que me contrajera, llevé mi pulgar hasta mi clítoris que se encontraba hinchado tratando de liberarse, con toques circulares empecé a presionarlo, los dedos de mis pies se apretaron, no pasaron muchos minutos cuando mi cuerpo comenzó a estremecerse y al fin pude liberarme, no del todo porque aún sentía las ganas de hacerlo con Marcela, pero esto ayudaría a que pudiera dormir.

Desperté al siguiente día por el ruido que escuchaba en la sala. Algo adormitada me levanté a ver que sucedía.
No esperaba ver a Marcela con una maleta.

—Qué piensas hacer con eso—pregunté sin entender nada.

—Me voy de aquí, no pienso seguir viviendo contigo—confesó. Podía ver enojo en su rostro.

Sentí un dolor en el pecho

—No es necesario, sé que lo que pasó anoche estuvo mal y te pido disculpas nuevamente.

—No entiendes nada, Andrea, después de lo que pasó y lo que pudo pasar es lo que me hace tomar esta decisión, no creo soportar otro desplante más—vi como sus ojos brillaban a causa de sus lágrimas y su tono de voz se quebraba.

—Marcela, lo siento, yo no sé lo que me pasa contigo.

—Me tienes pena eso es lo que pasa, te debo parecer poca cosa, tanto así que no eres capaz de acostarte conmigo—habló dolida.

—Por dios eso no es verdad, eres hermosa, no sabes lo que me costó detenerme anoche, estaba dispuesta a hacerte el amor, pero tú mereces algo mejor que solo una noche, además estabas ebria—aclaré.

—No estaba ebria, Andrea no había tomado tanto, solo quería estar contigo, pensé que tú querías lo mismo por la forma en la que me mirabas.

Una lágrima cayó por su mejilla, me acerque más, quitando aquella gota que se deslizaba.

—No te vayas por favor —supliqué—Quédate conmigo, tú me...

El sonido de alguien tocando la puerta impidió que pudiera seguir hablando. Cerré mis ojos, estuve a punto de hacer una confesión que podría cambiar todo.
Me alejé de ella para poder abrir la puerta.

—Daniela—Hablé sin gracia.

—Buenos días, señoritas—se acercó a Marcela depositando un beso en su mejilla—¿Qué pasó?¿Estabas llorando?

Preguntó a la pelirroja cuando vio que tenía los ojos un poco rojos.

—No, es alergia—mintió

—Que mal ¿tomaste algún medicamento? Puedo ir por medicina —se ofreció

—Tranquila, me siento mejor —mintió Marcela

—Bueno, quería invitarte a desayunar

—No creo que pueda salir si...

—Claro que puedo— me interrumpió.

—Perfecto, vamos. Y ¿esa maleta? —preguntó al percatarse de su presencia.

—Pienso mudarme y estoy arreglando algo de ropa—Explicó

—Te vas, pensé que estabas bien aquí. ¿Que le hiciste?—Acusó Daniela.

—No te metas. Marcela no es necesario, además mi otro departamento estará listo la otra semana, puedes esperar ese tiempo, por favor—esperaba convencerla.

—Si deseas puedes quedarte conmigo en mi departamento, es muy amplio— maldita Daniela, por qué debe meterse.

Vi como Marcela se tomaba su tiempo para decidirse, ojalá se quede conmigo y ojalá no se entere que estoy mintiendo; no tengo ni idea cuando esté listo el departamento.

—Agradezco mucho tu ofrecimiento Daniela, pero seguiré aquí por esta semana. No quiero incomodarte.

—Para mí sería un placer que te...

—Bueno está decidido, llevo tu maleta a la habitación— no dejé que terminara de hablar. Me sentía feliz de que haya decidido quedarse.

—Ya volvemos, Andrea—escuché desde la sala— ¿Qué ya se iban? Salí a precipitada carrera

—Puedo acompañarlas, no quiero comer sola—Pedí. Sé que es algo infantil, pero no quiero que esté a solas con ella.

—En otra ocasión, tengo algo especial para Marcela, hasta pronto.

No pude contradecirla, salieron antes de que pudiera hablar.

¡Maldición!

Fui a mi habitación, caí desplomada a la cama, cerré mis ojos tratando de encontrar respuesta. Lo que sentía por Marcela no era solo amistad estaba segura, sin embargo lo que sentía por Alejandra era amor, siempre ha sido así, y no sé porque estoy cuestionándolo.
Todos estos años viví a expensas de volver a encontrarla, que nuestro amor se hiciera realidad, pero Marcela aparece en mi mente y me hace cambiar de opinión por instantes. Siento esa sensación de querer cuidarla, impedir que sufra pero al final termino siendo yo la que la lastima y me odio por eso.

Creo que es momento de poner punto final a una de estas historias, no puedo seguir así. Debo hacer lo que mi corazón dicte, aunque mi razón diga otra cosa.

Tomé mis llaves y salí de casa, debía tener una conversación con la mujer de mi vida.

¿A quién creen que va a ver?
Hagan sus apuestas

¿Por quién pensará luchar?

¿Quién eres tú? ¿quién soy yo? Ok ya XD

Andrea es muy hot🔥

Feliz Domingo que se acaba.

Espero algún comentario, voto, beso o lo que deseen brindarme.

Hasta pronto.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora