4

308 55 10
                                    

“Encontrarte en mi vida fue una recompensa”

..

.

—¿Qué no entendería según tú?.—pregunto Óbito con burla, mirando desafiante a Shisui quien solo lo miraba con seriedad.

—Sabes muy bien porque se les castiga cuando cometen suicidio.—dijo Shisui.—Nadie, ni siquiera “Él” tienen el derecho de arrebatar una vida. El vivir es un regalo que se le concedió a la humanidad desde el inicio de su creación, no pueden ser egoístas y terminar con sus vidas solo por algún estúpido sentimiento mundano.—explico con solemnidad a un Óbito que lo miraba con un poco de burla y con un brillo furioso brillando en su iris carmesí.

—¿Estas diciendo entonces que la razón de que Rin fuese destruida es debido a un sentimiento estúpido?.—pregunto molesto más aún así sin borrar su sonrisa.—“El” la destruyó por envidia, por celos, aborrece el hecho de que una de sus creaciones se enamoré de sus guardianes, que los ame a tal punto que prefiera morir a vivir sin ellos. “Él” destruyó lo que yo más amaba, yo vi el alma Rin convertirse en nada frente a mis ojos, y sin importar cuanto rogué por su perdón, sin importar cuán desesperado estaba por salvarla aún así Él la destruyó.

—Ella ya había roto muchas reglas…—susurro Shisui con un poco de pena, pero Óbito solo río.

—¿No se supone que él es un ser misericordioso? Pudo haberla perdonado… pero no importa, eso ya quedó en él pasado, ella ya no existe y yo sí, mientras tenga vida me encargaré de contaminar a todas sus creaciones amadas, les susurrare en los oídos, mancharse sus almas hasta llevarlos conmigo a las tinieblas del infierno.

—No te lo voy a permitir…—gruño Shisui pero Óbito solo sonrió y se encogió de hombros.

—Lo que digas pequeño hermano…—se mofo extendiendo sus enormes alas negras y quemadas.—¡Bye Bye pequeño cuervo!.—dijo antes de brincar al suelo y desaparecer bajo él, dejando un mal sabor de boca tras su partida.

El observó el lugar por donde había desaparecido Óbito y luego suspiró y miró hacia el salón donde ella estaba.

Su amor podría destruirla.

Amarla significaba que ella dejará de existir.

No podía. No debía amarla.

—Aléjate de ella.—ordeno Shisui antes de despegar hacia el vasto cielo, dejando tras de sí una fuerte ventisca que meció las ramas  de los árboles.

—Hinata…—susurro su nombre dedicándole una última mirada antes de simplemente desaparecer de ahí.

Hinata…

Aquel susurro parecía haber llegado con el viento y algo dentro de ella se sintió extraño, su pecho se oprimió y la sensación de vacío le inundó el alma, a la vez que una tristeza se apoderaba de su corazón.

¿Qué era eso?

Cerró sus ojos un poco cuando se sintió mareada y al hacerlo unos ojos negros y tristes la miraban con anhelo.

Abrió sus ojos un poco aturdida.

¿Quién era?

No deberías enamorarte de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora