Capítulo extra / especial: Me recuerda a un chico de la escuela militar.

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Seung Min y Hyun Jin se llevaban bien con las demás familias del vecindario, incluso se había vuelto de lo más común que algunas salieran junto con ellos durante la noche del 31 de octubre para acompañar a sus hijos a pedir dulces. Ese año no fue la excepción.

Ya había pasado el noveno cumpleaños de Ji Sung y también el cuarto de Yong Bok, su pequeño hermano adoptivo que tenía la carita llena de pecas. Ambos estaban muy emocionados por la fecha y sentían que no podían seguir esperando para ir al exterior, pero aun así se mostraban tranquilos mientras se dejaban ayudar por el más joven de sus padres, quien terminaba de acomodar correctamente sus disfraces.

El mayor colocó con cuidado la capa de vampiro que era parte del atuendo de Ji Sung, haciéndole además un nudo doble para que no se cayera. Después se acercó al pecoso y le subió el gorro de su adorable y nada aterrador disfraz de pollito.

—Muy bien, ya están listos —sonrió.

—¡Sííííí! —Exclamó Yong Bok mientras movía sus bracitos de arriba hacia abajo, ansioso por ir afuera—. ¡Dulceeeees! ¡Dulces!

En esa ocasión, Seung Min también se había disfrazado. Decidió ser un hechicero con el único propósito de tener un vestuario simple y sin muchos accesorios que cargar, mientras su esposo se las había arreglado para recrear una versión un poco más adulta de Carl Grimes, el personaje de The Walking Dead, "para no desaprovechar el parche en el ojo".

Recorrieron varias calles esa noche y vieron con una sonrisa cómo sus hijos se divertían y recibían muchos dulces. Sin embargo, cuando volvieron a casa, Seung Min tardó poco en notar que el ánimo de Ji Sung no estaba precisamente en alto. El pequeño de desordenado cabello café se sentó en el suelo de la sala y vació su recipiente de calabaza para contar las golosinas que había recibido, mas estaba en silencio.

—Mi niño, ya que todavía faltan noventa minutos para su hora de dormir —Seung Min señaló el reloj en la pared de la sala—, les daré permiso de comer sólo un dulce, ¿de acuerdo? Los demás sí tendrán que guardarlos y, viendo que les fue muy bien, les deberían durar por lo menos una semana.

—Está bien —respondió en voz baja.

Hyun Jin estaba agotado y sinceramente tenía muchas ganas de ponerse ropa cómoda e ir a dormir, pero mientras tomaba asiento en el sofá para descansar un poco, se dio cuenta también de que Ji Sung no se veía muy feliz. Sólo Yong Bok mostraba una energía envidiable y no dejaba de hablar emocionado a su manera, con letras faltantes y algunas palabras inventadas o imposibles de descifrar. No era normal que el mayor de sus hijos estuviera tan callado.

—¿Pasa algo, Ji? —Le preguntó con una pizca de preocupación reflejándose en su voz—. Sabes que nos puedes contar lo que sea.

—Ah... No. No pasa nada, papá —mintió y siguió contando sus dulces, separando los que le parecían más deliciosos de los que le parecían muy simples o incluso malos.

Yong Bok de pronto tomó asiento cerca de su hermano mayor y lo imitó, dejando caer sus dulces al suelo para empezar a contarlos, aunque todavía no era muy bueno con los números y a veces los repetía.

—Ji Sung, ¿no estás feliz? —Preguntó Seung Min de manera directa—. ¿No te gustó salir a pedir dulces?

Finalmente el pequeño de nueve años soltó un suspiro y decidió contarle a sus padres qué ocurría. Con suerte éstos le podrían decir qué hacer para sentirse mejor.

—Es que a veces siento que a Min Ho hyung ya no le gusta jugar conmigo y ser mi amigo —admitió con tristeza—. Desde que a nuestro vecindario llegaron niños más grandes que yo, como Park Ji Min y Kim Tae Hyung, sólo se la pasa con ellos. Ya nada es como antes, ya no me invita a jugar con él y ya no me da la mano para ir juntos a todas partes... Hoy pasó lo mismo. Pensé que nos íbamos a divertir mucho por ser Halloween, pero habló más con Kim Tae Hyung que conmigo. Tal vez ya no le agrado a Min Ho hyung.

Sabía que volverías [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora