Sus ojos se abrían delicadamente, al compás del sol que se asomaba por la ventana de forma mañanera.
De sus ojos salieron una gran cantidad de lágrimas mientras que su pecho dolía de una forma horrible. Notó como varias personas lo veían con pena, algo que en lo profundo de su ser odió.
Sus padres lo miraban, Kakashi, Sakura y Sasuke estaban ahí también. Fijó su vista a su alrededor notando que estaba en su habitación. Se sentó, siendo inmediatamente ayudado por su madre, la miró y cuando ella hizo un movimiento para tocar su rostro, lo apartó bruscamente con un golpe en su mano.
—No me toques. —Su mirada estaba perdida.
—Se... Se que no es buen momento para decírtelo Iruka... Pero, tu padre y yo hemos decidido separarnos. —La mirada de su madre era dolida. Iruka la miró rápidamente y luego a su padre, en sus ojos un profundo odio crecía, así que con rapidez salió de la cama y corrió, corrió tan rápido y lejos como sus piernas y pulmones le permitían. Sabía que detrás de él estaba la pequeña Sakura siguiéndole, tratando de llamar con su dulce inocencia su atención.
—Perdóname... Sakura... —Sus pies dolían, sentía como miles de cosas se enterraban duramente en las plantas de sus pies, sin embargo, no se detuvo. Tras pasar el campo de trigo, el bosque yacía frente a él, encontró aquella gran roca que hace bastante tiempo lo llevo a un lugar desconocido. Con su voz quebrándose, tembloroso dijo aquellas palabras que lo llevaban.
Cerró sus ojos esperando que, al abrirlos, no estuviera en el bosque.
Justo como lo pensó fue como paso, no abrió sus ojos, solo comenzó a sentir su alrededor, el aire húmedo por toda la naturaleza que había ahí, sus pies nuevamente comenzaron a andar por cuenta propia, sintiendo como se liberaba de sus ataduras, aquellas que lo mantenían en casa.
Solo pensaba en quien era, "¿Quién soy? ¿Qué es lo que siento?" Iruka dejaba poco a poco todo atrás. Mientras corría no notó como sus manos y su rostro comenzaban a tomar un color distinto de crema, abrió sus ojos sintiendo la brisa por su cara a la vez que tomaba mas velocidad a cada paso que daba.
Se detuvo al instante al estar frente a un rio, el sonido del agua cayendo de la cascada que tenía justo enfrente, bajo su rostro viendo como su rostro no era el mismo de antes, su nariz era algo oscura.
Junto a sus mejillas, su rostro se veía mas dorado, toco su rostro, viendo al instante que sus manos eran un cafe más distinto, o eso aparentaban, en ella muchos pequeños pelitos dorados que se veían, como un pelaje. Recordó la ultima vez, volteo a sus espaldas notando una cola, volvió de nuevo al agua y esta vez tenía unas largas orejas colgando.
"—Un perro... soy un... soy un perro, ¿Por qué? ¿Por qué luzco así?" —Tomó con fuerza su cabeza, que comenzaba a dolerle, inundado de recuerdos, fue en un instante, recordó porque estaba ahí, a pesar de eso sonrió, teniendo bastante en cuenta la sensación que le causo el correr con libertad. "—No regresare"—Fue lo primero que pensó, así que caminó lo más lejos que podía de ese lugar, perdiéndose entre los inmensos árboles, vio hacia el cielo y noto que era de día.
Al rato, mientras veía las plantas y frutas, pensaba cual se podría comer sin terminar envenenado, sintió como si alguien lo siguiera, sus grandes orejas estuvieron alerta en todo momento buscando indicios de ruidos o algo parecido. Cuando una rama crujió, por instinto corrió muy fuerte, como si su vida dependiese de ello, el sonido típico de un perro chico salió de su boca.
Fuertes pisados venían detrás de él, con el sonido calculo cuantas personas mas o menos eran. Tres, cinco, no, cuatro, tal vez dos. Trato de perderlos, pero se acercaban cada vez más a él, lo que comenzó a asustarle, sus piernas pronto no darían para más, así que trato en ir en zigzag.
—¡Alto! ¡Detente! —Uno de ellos grito, sabían que Iruka los había escuchado, —¡No queremos hacerte daño! —Iruka totalmente desconfiado no bajo la velocidad, al menos no por cuenta propia, causando que el más rápido se abalanza a él. Se asusto como nunca al ver que quien estaba encima de el era un tigre, sus orejas estaban bajas y los ojos de aquel animal le intimidan.
—Mi compañero dijo que te detuvieras pequeña sabandija. —La voz del tigre sonaba tan dura, a pesar de que no era tan gruesa como la de Kakashi. Pronto sus amigos tigres estaban rodeándolo también, ellos se veían muy jóvenes, y su estatura era menor a la de el tigre que lo acorralaba, a excepción de uno que llegó hasta el final.
—¿Qué quieren de mí? —Trató de que su voz no se cortase, pero fallo en el intento al ver como el tigre abría su gran mandíbula, dejándole ver sus grandes y afilados dientes.
—No eres de por aquí. ¿cierto? — La pregunta provenía del segundo mas grande. Quien, al ver que Iruka dudaba en responder, hizo una seña al que estaba encima de él. Este último mencionado acerco su rostro a su cuello comenzando a olerlo.
—No hueles precisamente a animal, sabandija. Eres humano ¿No es así? Además... — Gruño con fuerza olfateándolo toscamente. —Hueles a tigre, sabandija. —Esas palabras alertaron a los demás que estaban rodeándolo. La mayoría comenzó a correr lejos de ahí, asustándolo mas el ver como el tigre abría su hocico y lo tomaba por el... ¿Pescuezo? Y lo mantuvo entre sus dientes.
—Si te mueves te comeré. — dijo aquel tigre. Al pasar por el río vio como su cuerpo era pequeño y café en tonos dorados, se veía como una bola de pelo. "—Genial, ahora soy una rata café." Pensó, a su vez que su reflejo desaparecía frente a él. "—Diablos, todo va de mal en peor. ¿Por qué soy un perro de raza pequeña?" maldijo internamente.
Por un gran rato estuvo encima de aquel tigre, lo único que se le ocurría a Iruka al ver como llegaban a un ¿Pueblo? ¿Refugio? Fue hacerse el muerto, según había visto los perros podían hacerse los muertos, ¿O eran los gatos? En fin, iba a hacer eso hasta que vio como aquellos que creía tigres en realidad eran humanos.
Su único pensamiento fue; "—Kakashi..."
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¡Bonito fin de semana gente! Espero les haya gustado. Nos leemos pronto.
