V »Epílogo«

201 26 23
                                    

Nochecita

«Y yo que no me acuerdo de nada, pero me pasó a mí y si hago fuerza me acuerdo de algunas cosas».

-El mar y la serpiente, Paula Bombara.

Todo cambia.

Todo tiene permitido cambiar, siempre.

Para algunos, el amor muere, para otros, simplemente cambia de nombre y solo para un pequeño puñado de personas este sigue siendo el mismo, sea en esta vida o en otra.

Las gotas de lluvia caen y empañan los vidrios, la temperatura desciende y las luces se encienden.

Muchos tienen miedo y, eso está bien.

Muchos dejan de creer en algunas cosas y, eso está bien.

Otros ven como pasan los días y las horas cuidando de sí mismos.

Los mundos evolucionan, revolucionan y, en ocasiones, se vuelven supernovas.

Dicen que el amor traspasa el tiempo, el espacio, que no tiene género ni edad, pero...

¿Será esto correcto?

Una vez dije que el destino es una perra, meses después, me dejó conocer a quien fue mi alma gemela para luego dejarme en la completa miseria.

Andrés conoció a Sebastián porque el destino así lo quiso, pero a este terrible dictador se le olvidó que existen promesas, hilos rojos que se buscan a cada momento y almas que son capaces de traspasar la muerte, renaciendo solo por buscar a su amor.

Las marcas quedan en la piel, las cicatrices se esconden y las vivencias se acomodan en los párpados.

Ambos jóvenes tenían dos misiones: Amarse y enseñar a amar.

Amarse hasta que sus fuerzas se acabaran, hasta que sus cabellos se volvieran blancos y su piel estuviera arrugada.

Enseñar a amar a aquellos que sacan a patadas de su vida al amor solo porque no lo entienden.

Ninguno de ellos jamás justificó la violencia, ni nunca estuvieron de acuerdo con ello.

-Amar está bien -le dijo Sebastián a Maggie-, pero lo que no está bien es sufrir por amor.

-No todos tienen nuestra suerte, sin embargo, eso no significa que no te pueda ocurrir en algún momento algo similar -habló Andrés, quién estaba al lado de la chica.

-El amor llegará a ti cuando menos te lo esperes, insufrible capricornio.

Y así fue.

Dos años después de esa charla, en un Tostao' del centro comercial, calle 80, Maggie se chocó con una chica, ocasionando así que esta perdiera la cita que tenía con quién iba a ser su desgracia.

Se hablaron, se conocieron, se amaron y tuvieron sus altos y sus bajos para tener un final real.

La vida es extraña y, Andrés lo sabía.

Él lo sentía, ya se estaba acercando el momento y de lo único que se arrepentía, era de no haber encontrado antes a Sebastián.

Se amaron, se casaron y tuvieron vivencias juntos que en ninguna vida podría olvidar.

Pero, esta era la última vida de ambos, recorrieron los trece caminos con éxito y ahora solo les esperaba la eternidad.

-Sebastián -susurró Andrés antes de exhalar su aliento por última vez.

Su hijo estaba ahí y lo supo, su padre vino por su otro padre.

Su amor era un Amor Inmarcesible, que, aunque muchos quisieron dañarlo, quebrarlo y romperlo, no lograron hacerlo porque Andrés lo había prometido, el futuro era de ellos.

»«

El sol brillaba en todo su esplendor, Andrés no sabía dónde se encontraba, pero un sentimiento lo instó a caminar. No supo si caminó por largas horas o por míseros minutos, no le importó de igual forma.

Mirando al horizonte, su vista se topó con un joven pelinegro a lo lejos.

Su corazón dio un vuelco.

El joven estaba dibujando. La luna se encontraba exactamente en la posición opuesta al sol y, el firmamento, pintaba la bandera tricolor del que siempre sería su amado país.

Se acercaba cada vez más, quería salir corriendo, pero no conocía el terreno y no quería meterse en aprietos consigo mismo por caerse y dejar de estar presentable. Camino con afán y se sentía sumamente extasiado mientras llegaba a la posición del chico.

Iba a tocar el cabello del pelinegro cuando este le habló.

-Por fin logré terminar mi mejor obra de arte -le dijo volteándose y obsequiándole esas sonrisas que siempre lo dejaban como un tonto.

-Quiero verla -respondió. Sebastián le entregó un bloc de dibujo donde perfectamente estaba plasmado un retrato de él.

-Mi mejor obra de arte ha sido conocerte y lograr coincidir en todas estas vidas. Te amo, Andrés. --habló acariciando su mejilla. Andrés lloraba de alegría.

-Yo también te amo mi pequeño artista. -Terminó por decir para besarlo.

El pasado fue su dolor.

El presente su lección.

Y, ahora, el futuro, sería su contento.

Jamás se separaron, ni en las buenas ni en las malas, porque el futuro siempre fue de ellos.

Jamás se separaron, ni en las buenas ni en las malas, porque el futuro siempre fue de ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Amor Inmarcesible |BL| [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora