Caída

135 14 8
                                    


Título: Gorda

Capítulo 13: Caída

Por Janet Gaspar

Estos días he intentado ver One Piece, ya saben, porque a Leonardo le gusta y quiero que tengamos más cosas en común; el inicio es un poco lento e infantil, pero después va mejorando, de cualquier manera son demasiados capítulos.

Y mamá parece como que no está mejorando.

Su saturación con oxígeno alcanza 90% y cuando se pone boca abajo sube a 94%, pero su cara está cansada y casi gris, además está muy triste, llora casi todos los días y no sé si las ojeras son por no dormir o por tanto llorar.

—Mamá, todo estará bien. —Aunque sinceramente no sé si vaya a estar bien. Leo lo más que puedo acerca del virus, pero hay tanta información que no sé qué es real y qué no, muchos fármacos se ofertan como milagrosos y en las redes sociales los médicos se pelean apoyando o rechazando el medicamento, ¿si ellos no se ponen de acuerdo como podremos saber nosotros qué es lo correcto?

Papá ha comprado un traje de astronauta y ha venido a hablar con mamá un par de veces, ya saben, para subirle el ánimo. Su novia ha esperado en el auto, la he visto por la ventana, jugando nerviosa con su celular y echando miradas de vez en cuando a la casa para después suspirar. Supongo que es difícil para ella también.

Papá me abraza con su traje de astronauta que hace frufrú ante el contacto, lleva googles y careta así que a los diez minutos toda su visión esta empañada y va por ahí golpeándose con las cosas. Yo lo llevo hasta el cuarto de mamá y hablan un rato, bueno, papá habla porque si mamá habla se agita.

Es la primera vez que papá menciona lo de ir al hospital.

"Me da miedo que te pase algo mientras no estoy"

"Quisiera que te cuidaran los médicos"

"He conseguido una clínica privada que acepta este tipo de pacientes"

Mi corazón golpea fuerte contra mis costillas y siento que todo se pondrá negro y caeré. La gente usualmente no vuelve de los hospitales, los intuban y nunca más vuelven a abrir los ojos, he leído cientos de comentarios en Facebook.

Cuando papá se despide de mí he llorado tanto que parezco un sapo, pero él no puede verlo con su careta empañada.

—Adiós mi bello melocotón.

—Adiós papi. —Mi voz suena como de foca ahogada y lo veo quitarse el traje de astronauta frente a la casa para después pasar a rociarse desinfectante y subir al auto.

En cuanto el carro se aleja suavemente por la calle corro con mamá, ella me ve, triste, y abre ambos brazos para que vaya a refugiarme en su hombro.

—Aun no. —Entiendo que aún no irá al hospital y ahogo un sollozo, esta es la única ocasión en que agradezco haberme contagiado, solo de esa manera podríamos mamá y yo abrazarnos mutuamente y darnos cariño.

El sábado por la tarde, siete días desde que nos contagiamos mamá me llama con voz débil y pide que le diga a mi papá que es hora. Hora de ir al hospital. Las lágrimas se me botan enseguida y aunque me gustaría permanecer fuerte y valiente, decir que todo irá bien, lo único que quiero es rogarle que no se vaya, que no me deje.

Por supuesto, ser una cría llorona no es lo que necesita mi madre así que llamo a mi padre y minutos después llaman a la puerta; estoy completamente aturdida cuando ingresan a mi casa dos hombres completamente vestidos como astronautas con monos blancos, llevan una camilla y oxigeno portátil. Luego de un par de indicaciones a mi madre la suben entre los dos a la camilla, le colocan el nuevo oxígeno y la transportan afuera, donde una ambulancia espera.

GordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora