Prologo.

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Lo unico que se escuchaba en la habitacion era la melodia armoniosa del piano, siendo el que la tocaba nuestro protagonista, detras de el estaba su maestro de musica, su tio.

La cancion se escuchaba perfecta, katsuki parecia tener el control completo sobre las notas, pero no fue asi. Desde que llego a sus clases estaba asi, solo recordaba los sucesos en su casa y lo inseguro que lo hacia sentir su tio. En uno de esos recuerdos, no pudo controlarse y dejo salir un gruñido siendo seguido rapidamente por el sonido desafinado del piano.

En ese momento su piel se puso palida, a veces sus familiares eran peores que su madre cuando se equivocaba.

Quito las manos de las teclas y las puso en sus rodillas, bajando la cabeza ante la mirada del adulto. 

-Katsuki...- El hombre se acerco al chico, cuando estuvo a lado extendio su mano frente al rubio.-tus manos- exigio.

Katsuki titubio un poco pero termino accediendo, alzando lentamente su mano hasta posarla en la de su tio, casi de inmediato fue apretada y jalada, haciendo que se levantara de su asiento.

-¿Cuantas veces hemos practicado esto?, miles, miles de veces te he enseñado la misma nota, pero cuando pareces hacerlo bien lo arruinas- Conforme avanzaban, el panico lo absorbia cada vez mas, ya sabia que le iban hacer.

-Espero que esta sea la ultima vez, katsuki, un dia de estos ni me molestare en ayudarte-

Fue encerrado en una de las ultimas habitaciones del pasillo, se pego a la puerta, no queria que le hicieran nada, no queria volver a sentir eso.

-¿Eh?, oh vaya, estas aqui otra vez- Una voz dulce resono por el cuarto oscuro, retrocedio aun mas tratando de alejarse de la voz.

En todo su momento de cobardia, no reconocio cuando alguien salio de las sombras y lo tomo del cuello y brazos, obligandolo a caminar hacia adelante.

Solo podia soltar pequeños quejidos, sabia que si hablaba iba a ser peor.

Pronto, otra mano paso por su pecho hasta sus cachetes, acercando una jeringa con aspecto dudoso.

Sabia lo que venia, cerro los ojos y mordio sus labios. Espero el ya conocido pinchazo que no tardo en llegar, y con eso, sus efectos.

Primero empezo como un cosquilleo por todo su cuerpo, luego paso a parecer un hormigueo con leves picaduras y despues todo su cuerpo se calento, solo para terminar con una sensacion de estar en llamas y con algo andando por todo su cuerpo.

El dolor era indescriptible, nunca se acostumbraria a esa sensacion, y sabia que no era buena, mas porque solo duraba 40 minutos y antes de caer desmayado, su tio le inyectaba algo que mejoraba su dolor.

El unico sonido que se escuchaba en la habitacion eran los gritos agonizantes de katsuki, las dos personas que se encargaron de la inyeccion permanecieron en las sombras, observando con satisfaccion y gracia el dolor del chico.

Fuera del cuarto, no se escuchaba nada, ese oscuro lugar fue hecho especialmente para las torturas con drogas ilegales y mortales.

Y en lo que pasaban los 40 minutos, el dueño de la casa descansaba en el salon, tomando con elegancia su té acompañado de un trozo de pastel.

Una joven de alrededor de 17 años entro a la habitacion, portando un adorable vestido y una linda sonrisa.

-¡Buenos tardes, papi!- Corrio a abrazar al adulto por el cuello.-Buenos tardes, caroline- Le sonrio de igual manera a su hija.

La joven miro a los lados, observando que no estaba su primo.

-¿Y kats?- Se alejo de su padre ahora sentandose a la silla frente a el.-Otra vez se equivoco en la nota- Le respondio con total sinceridad.

El rostro amable de la chica paso a uno cinico y burlon.

-¿Eh~?, por dios, que patetico que es- cruzo sus piernas, apoyo su brazo en ellas y puso su menton en su mano.-A veces pienso que katsuki es la peor decepcion de la familia-

Ante esto, su padre alzo una ceja, observando a su hija con burla.

-Bueno, bueno, siempre- Sacudio su mano restandole importancia- pero no es como si estuviera muy alejado de la realidad- murmuro con un pequeño puchero.

Caroline se veia adorable con esa carita.

El adulto solto una pequeña risa.-Tienes razon, caro- El señor vio a su hija con atencion, viendo como la menor cambia el tema por otras cosas mas interesantes.

Su pequeña platica se vio interrumpida cuando un hombre de traje entro al salon.

- Señor Taori, el tiempo de la droga esta a punto de terminar, le recomiendo inyectar la cura.-

Taori se despidio de caroline y se dirigio al cuarto, al llegar observo a su sobrino en el piso abrazandose a si mismo con fuerza, su rostro demostraba el dolor que sentia, incluso parecia que en cualquier momento se soltaria a llorar.

"Patetico", penso.

Le entregaron una jeringa y se arrodillo frente a katsuki, sin cuidado, tomo el cuello del chico e inserto la jeringa, escuchando el ahogado quejido del rubio, no tardo mucho para que el menor se desmayara.

Se levanto del piso y sacudio sus prendas.

-Llamen a mi hermana, diganle que katsuki volvio a fallar en una nota, no le mencionen que recibio un castigo, podria molestarle-

Y sin mas, taori se retiro del cuarto, sabiendo que en el salon su pequeña caroline lo esperaba con mil cosas para hablar.




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