Dulce Osito - Seulrene

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Irene G!p. (^o^)

Pov. Irene

Estaba sentada en mi escritorio como cada viernes, mis manos tecleaban los más rápido posible queriendo terminar rápidamente los malditos trabajos, soy una mujer de pocos estribos y aun que me guste trabajar solo hay algo que me gusta aún más que un montón de papeles en mi escritorio.

Y esa es mi esposa. Seulgi.

Aquella hermosa castaña de ojos gatunos y cara tierna que la hacia parecer un lindo osito, me tenía siempre con la cabeza a punto de explotar.

Nos es mi culpa, ella, siempre con su semblante tranquilo y relajado, que me despierta con besos en la cara y una sonrisa en su rostro, hacen que siempre quiera más de ella. Amo cada parte de su ser, desde la punta de sus finas hebras hasta los lindos deditos de sus pies.

Todos de ella me vuelven loca, si risa, su torpeza, su forma de quererme, de besarme, de provocarme tan maldita mente bien. Todo aquello y más, hacen que mi cuerpo y mi mente jueguen a su favor.

Se que no es su culpa ser tierna y dulce, pero maldita sea, su inocencia es la que hace que la maldita pervertida que siempre llevo dentro, salga a la luz. ( La ByunIrene le dicen).

Ella tampoco es una santa, todo el mundo piensa que ella es un ángel, un cordero, que dios dio al mundo para dar amor y pureza. Kang Seulgi era capaz de volverse la misma hija del diablo si eso quiere, cuando todo el mundo no está incluyendo nuestros hijos, su semblante de angel que no rompe un plato, se vuelve a la de una mujer que me domina a pesar de ser yo la que lleve los malditos huevos.

Por que si, soy intersexual, 26 cm de carne que para cualquiera sería un monstruo pero para mi amada esposa es lo más fácil de domar.

De solo pensar en como esta en este instante me pone la polla como una maldita roca, sus shorts cortos color rojo sin bragas puestas, se que siempre hace eso para provocarme una ereccion, su camisa blanca unas cuantas tallas más grandes que las normales, dejándome saber que sus pecho no eran arropados por ningún sostén.

Era mi maldito infierno, maldita hora la mía en dejarme dominar por aquella sensual y hermosa dama.

Sin saber como, termine los últimos expedientes que tenía pendientes, me levante de mi asiento. Llevaba unos pantalones chándal grises y holgados junto a una playera blanca, como yo, ella sabía también que eso significaba que no llevaba nada más puesto que eso.

Al entrar a la recamara Seulgi se encontraba mirando la TV, sus ojos se posaron en mi y me sonrió tiernamente, maldita mentirosa, estaba muy consientes de que sus gestos tiernos me provocaban más. Tenía unos lentes puestos mientras que una sábana arropaba su cuerpo.

Terminaste Baechu~. — Asenti y me encaminó hasta poder llegar a la cama donde me adentre entre las sábanas, ella se acurruco contra mi situando una de sus manos en mi abdomen y la otra en mi pecho donde también descanso la cabeza, una de sus piernas subió sobre mis muslos manteniéndolo allí.

Miraba por unos momentos la TV para luego mirar a mi esposa, sus ojos estaban puestos en el aparato sin hacer nada raro, extraño de ella. Su puse que tal vez estaba cansada y cuando estaba por disponerme a ver la televisiones, ella hablo muy cerca de mi oído.

Baechu~ mi vagina esta muy húmeda por ti, Bebe~. — Susurro con su tierna voz haciendo que mi miembro casi saltará.

Una de mis manos estaba en su cintura y la otra estaba libre, así que con la mano que estaba en mi abdomen tomo la mía y sin darme cuenta cuando ya tenía mis dedos resbalando sobre sus húmedos labios. Solté un gemido al sentir la viscosidad derramada por toda su vagina, mis dedos separaron un poco aquellos pedazos de carne para que mi dedo de en medio se sumergiera dentro de su dulce coño.

Jenlisa - Seulrene One-shot (G!p) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora