Era una linda tarde, en el horizonte se podía apreciar un bello atardecer de otoño, sólo que en esta ocasión, la calle de nuestro vecindario se encontraba desolada al igual que un cementerio, el silencio reinaba en todos lados, al contemplar este paisaje sentí un escalofrío el cual recorrió todo mi cuerpo.
El otoño nunca fue mi estación preferida, pero si disfrutaba las actividades que podía hacer cuando llegaba, como ir a la cafetería del vecindario y sentarme a tomar un café con mi familia o mis amigos o incluso sola, mientras admiraba los colores del paisaje y miraba como las hojas caían de los árboles o simplemente quedarme en casa leyendo un libro. A pesar de la belleza inusual de este paisaje y las tardes de lluvia todo era diferente desde que empezó el caos.
Me encontraba sentada en uno de los sillones de la sala de nuestra casa, mirando la televisión, la cual estaba en silencio ya que no queríamos llamar la atención, era necesario tener un perfil bajo en estas circunstancias, debíamos pretender que no estábamos en casa si queríamos que no nos encontraran.
En la televisión se podía ver a una mujer hablando, mientras que a su izquierda se mostraban imágenes en vivo del caos que se desataba en gran parte de Illinois, y en particular en la ciudad de Chicago. En las calles se podían apreciar miles de manifestantes y cómo estos últimos le prendían fuego a todo lo que estuviera en su camino, así fueran negocios, vehículos o lo que fuera, mientras que los bomberos intentaban apagar el fuego y los soldados trataban de detenerlos por cualquier medio posible.
Las últimas semanas habían sido las más difíciles, y como consecuencia de esto el caos cada vez era más grande en las calles de la ciudad.
Mila se encontraba mirando por la ventana mientras mordía la uña de su pulgar, esperando ansiosa a nuestra madre quién se había ido a trabajar desde temprano, Mila solía ponerse muy nerviosa cuando mamá no llegaba temprano a casa pero la forma en la que se encontraba solamente me dejaba ver en claro que estaba realmente preocupada. Mila era mi hermana mayor, tan sólo nos llevábamos cuatro años de diferencia pero era la hermana que cualquiera desearía tener, ella era mi mejor amiga, habíamos pasado por muchas cosas juntas, y jamás nos habíamos dado la espalda en nada. Mila siempre fue una chica muy linda, tenía la cabellera castaña, la cual le llegaba a la altura de sus hombros siempre bien cuidada, unos ojos color verde esmeralda, ella y nuestra madre se asemejaban bastante físicamente, ambas tenían unos pómulos altos, la nariz un poco respingada y el rostro un tanto ovalado. A diferencia de ellas, mi cabello llegaba a la altura del busto y era de un color castaño claro con unos cuantos mechones morados, y vivía en constante desorden entre los mechones ondulados que por más que trataba de cepillarlos nunca quedaban del todo bien, y mis ojos a diferencia de los suyos eran de un color café, pero que cuando la luz se reflejaba en ellos hacía que parecieran dos gotas de miel.
-Le dije que no fuera a trabajar hoy, pero como siempre no me escuchó -alcancé a oír los murmullos de mi hermana mientras se aseguraba de que nadie la hubiera visto y cerraba la cortina.
-Tranquilízate, estoy segura de que llegará en cualquier momento, lo más probable es que ella está bien, no tiene por qué tardar, nunca nos dejaría solas y creo que tú lo sabes. -traté de darle esperanza, pero al ver que esto no funcionó, decidí apartar mi mirada de ella ya que no soportaba ver lo afectada que se encontraba al no saber dónde se encontraba nuestra madre.
-No Alya, le dije que no fuera a trabajar, y si me hubiera escuchado ya estaríamos camino a la capital, sabes lo importante que es que lleguemos lo más antes posible. -finalizó.
En una ciudad tan grande como Chicago los rumores corren rápido, y esta vez los medios de comunicación se encargaron de difundir el rumor de un supuesto virus, el cual había sido creado para reducir la población a nivel mundial, y sólo unos cuantos podían sobrevivir a él, sin contar el hecho de que hacía un par de semanas los soldados habían comenzado a capturar a gente, y nadie sabía a dónde la llevaban, pero desde hace varios días las desapariciones habían aumentado en cantidades exponenciales. También habían comenzado a surgir rumores sobre un posible ataque nuclear para tratar de eliminar a toda la población que no fuera inmune al virus.
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Adaptarse o morir
Fiksi IlmiahDespués de innumerables protestas, el gobierno de los Estados Unidos ha decidido tomar acción. Ahora los soldados tienen ordenes de matar y desaparecer. Alya ha perdido a su hermana a manos del gobierno. Los rumores se expanden por todos lados, nadi...