- M E L I F L U O -

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Sonido excesivamente dulce o delicado.

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Erase una vez el segundo entre los hijos de Cronos, obligado a gobernar las tierra en las que solo había muerte, hasta que, en una ocasión, tropezó con una diosa nacida para nutrir la vida.

Era la criatura más hermosa que había visto. Ni siquiera los Elíseos tenían algo tan hermoso como lo era ella.
Las ninfas a su lado solo resaltaban su belleza. El sol besaba su piel blanca como las nubes del cielo y los destellos rojizos de su cabello castaño la hacían la más bella de las diosas.

—¿Dónde te has metido, Perséfone?— la voz de cierta diosa de las cosechas hace acto de presencia, forzando al dios de los muertos a desaparecer por la grieta por dónde había salido.

Antes de desaparecer en la oscuridad, puede escuchar su melodiosa voz, suave como las flores.

—Estoy en el mismo lugar de siempre, madre.

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—¿No te han dicho que espiar es malo, tío?— en una de sus visitas al Inframundo Hermes ha tenido la oportunidad de hablar con el dios de los muertos.

O de incomodarlo, más bien.

—Demeter se va a enojar cuando sepa que estas rondando a la flor más bella de su jardín.

Hades se le queda viendo con poca paciencia.

—Estoy demasiado ocupado con un reino que no hace nada más que crecer— se hace el desentendido el dios del inframundo —No tengo tiempo para perderlo.

Hermes no quitó su sonrisa burlona.

—Eso no es lo que Iris y Helios han visto.

Antes de que Hades pierda los estribos, el dios de los mensajeros sale disparado como un rayo.

En cambio, el dios del Inframundo cierra con pesar los ojos.

Malditos dioses chismosos.

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La siguiente vez que Hades vuelve a ver a Perséfone es durante una reunión en el Olimpo. Cierto hijo de Apolo está causando un desequilibrio entre los vivos y los muertos, así que es necesaria su intervención.

Podía ser temido entre los mortales, pero aún así era un dios importante.

—Si esto continúa así, se empezará a desprestigiar nuestra imagen ante los mortales— inicio Hera, su hermana más pequeña. Y la más irritante también.

—No sería la primera vez— bufo Hefesto. El dios herrero odiaba estas reuniones. Y a su familia, en general.

—¿Y si lo que altera después son los cultivos?— rabio Deméter. Perséfone jamás había visto a su madre con los nervios tan crispados.

—¿Ya identificaron como podemos frenar este problema?— pregunto con cansancio Hades, abriendo la boca por primera vez —Yo soy el más afectado aquí.

Los dioses se miraron entre ellos, a excepción de Perséfone. La diosa de la primavera se dió el lujo de mirar bien al dios que residía en el Inframundo, dado que ella tenía prohibido visitar el Olimpo y el dios de los muertos rara vez salía de sus dominios.

I N E F A B L EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora