La carta

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Elizabeth,

Nunca imaginé que llegaría alguien que me haría desear una vida llena de color, ni tampoco pensé que sería capaz de probar la felicidad.

La gente piensa que el suicidio es para los cobardes, aquellos que solo ven un escape a sus problemas y que no buscan la solución. Yo pienso diferente. No sabe el esfuerzo que me supone seguir adelante luego de haberme perdido en su abrazo.

No quiero seguir viendo la pena en los rostros de mamá y papá. Supongo que en el fondo soy cobarde también. Por huir, por no hablarle, por no acercarme a manifestarle lo que en mí producía.

Siempre se me ha dado fatal socializar, y desde el diagnóstico aún más. Solo deseaba hallar una persona que me inspirara cariño, que me hiciera sentir que en el fondo no soy tan diferente a los demás. Que puedo reír y disfrutar de momentos simples junto a alguien.

¡Finalmente puedo decirlo sin miedo! En este instante ya no tengo porqué ocultar lo que siento: la quiero.

Gracias por permitirme conocer la felicidad a través de su abrazo.

Deseo que su alma siga siendo tan blanca y pura, llena de felicidad.

Hasta nunca,

Cristina

El último suspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora