Capítulo 1. No es un lobo.

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Los bosques estaban mucho más silenciosos que de costumbre. No sabía si era la tristeza de su corazón, la confusión de su mente o simplemente lo complicada que era tomar una decisión.

Riku estaba sentado frente a un lago, su reflejo canino se distorsionaba por las ondas provocadas por el movimiento de los peces. No le importaba, tampoco le estaba prestando suficiente antencion. Su mente estaba en otro lado ahora.

¿Que hará ahora con su vida?

Su manda lo estaba rechazando de la forma más cruel posible. Era fuerte, grande, un buen cazador. Pero su padre había dicho desde que era un cachorro.

"Solo los alfas más fuertes podrán quedarse en su manada"

Lo había dicho, y a Riku nunca le había importado. Estaba seguro que sería una alfa como toda su familia. Los únicos permitidos en la manda que no eran alfas eran los Omegas, que estaban para criar y cuidar de sus madrigueras. La vida de un cambiaformas nunca fue fácil.

Pero si Riku no era un Alfa, pero tampoco un Omega... ¿Entonces que era? Ahora estaba en duda consigo mismo. No podía simplemente irse a otra manada, también sería rechazado y quizás solo comiendo sobras del grupo antes de caer en la miseria.

No estaba seguro. Pero temía de lo que se vendría en el futuro.

Riku suspiró, dejando salir un gruñido bajo cuando su estómago comenzó a molestar. Habían pasado dos días desde que había huido de la manada y ahora estaba a varios kilómetros de su territorio. Eran tierras nuevas, prohibidas por los lobos y con posibles peligros. Su padre siempre le había dicho que no cruzará esa línea invisible que ellos llamaban límite.

Riku se levantó, sacudiendo la cabeza y el pelaje de su espalda. Ya no era momento de pensar en esas cosas. El ya tomó una decisión, ahora a kilómetros del territorio de los lobos, incluso cruzando la montaña. Ya no importaba nada, ahora solo debía pensar en como sobrevivir aquí, en este bosque mucho más caluroso que las montañas que fueron su hogar. El sol estaba en lo más alto y debajo de él, jugosos peces que seguramente serían su nueva dieta. No había visto no un solo ciervo desde que llegó aquí, algunos conejos y aves pero nada de su menú cotidiano que era en la manda. Debía adecuarse, aunque siendo el solo, parecía ser comida más que abundante.

Solo él... Pensó... Sería un lobo solitario el resto de su vida. Sonaba triste, pero prefería eso a que seguir luchando con sus hermanos solo por un trozo de hueso y que perdiera solo por su título alfa inexistente.

Riku abrió la boca para atrapar un pez. Antes de que sus puntiagudas y grandes orejas captaran un sonido que reconocía bastante bien.

Ladridos. Fuertes ladridos.

Riku rápidamente se irguió, escuchando más atentamente. Se escuchaban lejanos, a unos cuantos kilómetros. Pero estos ladridos eran... Alegres, como si el lobo que los estuviera produciendo saltara de felicidad o de juego.

¿Cómo era posible? ¿Realmente existían lobos fuera del territorio... De los lobos?

Riku no lo sabía, pero su curiosidad y ansiedad lo hizo olvidar por completo los peces que nadaban frente de sus patas. Y corrió rápidamente siguiendo los ladridos.
Corrió y corrió. Tan rápido como sus patas se lo permitían. Saltando arbustos, esquivando árboles hasta que que sus ojos aguamarina vieron algo que lo hizo detenerse de golpe. Arrastrando las patas casi sobre el barro.

Praderas. Enormes y amplias praderas en frente de él. El bosque se cortaba repentinamente y todo lo que había en frente de sus ojos no era más que verde, infinito verde hasta donde llegaba su vista.

El lobo y El pomerania Donde viven las historias. Descúbrelo ahora