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OO1: Merlín.

Año 900.



Por los pasillos del castillo, corría un niño de alrededor de 11 años a toda prisa, justo detrás de este, un niño de igual edad con el uniforme de Slytherin.

El primer niño sostenía sus ropas de la parte de abajo y las tenía levemente alzada, dejando a la vista sus pálidos pies a la exposición del frío suelo.

—¡Ya te dije que no quiero jugar!— Hanns, grito alto y fuerte para que el otro niño lo dejará en paz.

Los otros alumnos del castillo se hacían hacia un lado siempre que miraban a aquel par por los alrededores.

Desde que llegaron los nuevos alumnos hace algunos meses, aquel niño de rulos castaños y ojos plateados seguía a todos lados al quinto fundador.

Los años mayores sabían que Hogwarts nunca aceptaría hacer algo como eso, para ser una niño de 11 se comportaba como alguien mucho más viejo de su edad.

Si realmente supieran.

Finalmente, el niño de ojos carmesí encontró al Jefe de Casa del verdadero niño y se escondió detrás de éste. Imitando a un crío.

Que bajo has caído Hanns, siendo atormentado por un crío de 11 años.

El joven de Slytherin se detuvo de golpe al ver su Jefe de Casa delante suyo, con una ceja alzada y una mirada sin emociones. Aunque realmente el fundador de verde y plata se quería reír, por tan divertida escena.

—Joven Merlín, veo que, su compañero de juegos, parece perturbado.— Su voz había salido tranquila y un tono demasiado suave, casi silbante como el de una serpiente.

El niño de ojos plateados se sonrojo desde el cuello hasta las puntas de sus orejas, si bien era cierto que siempre seguía a Hanns, no era su culpa.

La magia del otro niño era muy atrayente y tenía admiración por el, era el maestro más joven que había visto alguna vez, más para una materia tan difícil como Defensa Contra las Artes Oscuras.

—Yo...tenía algunas dudas para Hanns...— Respondió en un murmuró avergonzado y con la mirada a sus pies, los cuales se les hizo muy interesante de un momento a otro.

Si bien, Salazar había escuchado la respuesta del menor. Nunca le gustaron los balbuceos y que no miraran a la cara a la hora de contestar.

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