—A.K.I.R.A—
Nuestros pasos retumban en el mármol de la mansión, en aquel palacio donde lo lujoso se hacía notar. Entramos a puerta y este nos conducía a un pasillo, en el cual parece no tener conclusión; mis pies están matando y lo único que veo es el trasero de mi amiga junto con el de su novia.
Entre mi ociosa caminata para llegar a la reunión, veo los cuadros buscando algo para entretenerme y lo consigo con una escultura de un significativo tamaño al final del corredor. Parece ser un caballo hecho de madera clara, cuando estoy cerca de la figura veo grabadas las palabras "Solo hay dos momentos en que quiero estar contigo: Ahora y para Siempre". Me detengo por un momento solo para pasar mis manos en aquella estructura obra, hubiese seguido apreciando la escultura, si no es por el sonido de la música cuando la pareja entro en el salón.
Rápidamente me incorporo en la reunión y los murmullos con la música prevalecen en el ambiente.
Paso por las columnas en espiral con pasos ligeros y un camarero se acerca con unos cócteles "Entre las sábanas", tomo uno para mantenerme serena, pero la bebida es más deliciosa de lo que pensé y una copa pasa a diez. Siento que floto sobre mis propios pies, saludando a gente que nunca había visto antes, de lejos puedo ver al padre de Oda hablando con lo que supongo que son colegas o más gente adinerada.
La parejita feliz sube a la una tarima que no había visto —aclaremos algo, todo en este lugar, nunca, lo había visto— el bomboncito de mi amiga toma el micrófono haciendo que todos los presentes estén enfocados en ellos.
—Buenas noches, estimados invitados. Estamos agradecidos de que pudieran lograrán llegar a conmemorar... —Continuó con su discurso, mientras que yo tomaba mi undécima Entre las sábanas de la noche.
—La bebida, ¿Está delicioso? —Pregunta uno de los chicos que andan con las bandejas llenas de cóctel.
Asiento con la boca llena de aquella bebida, el camarero sonríe con amabilidad entregándome otra copa. Acepto gustosa y las disfruto como las demás. Los aplausos de la multitud me hacen mirar a la tarima dónde los tortolitos besándose frente al padre de Oda, el señor V, mientras que la madre de Oda, la señora A, estaba aplaudiendo toda orgullosa de su hija.
Me atragantó con el "Entre las sábanas" cuando veo al señor V palpando detrás de su saco, confirmando el lugar de su arma, y no me cabe duda de que si es así en la confirmación del matrimonio en la boda habrá cadáveres.
—¿Cómo están? Los estuve buscando para poder felicitarlos —digo con la mejor sonrisa que me pueden hacer una docena de cóctel.
—¡Cariño! ¿Desde cuándo estás aquí, por qué no has pasado por la casa? —me abraza Annalise, mientras que su esposo solo se cruza de brazos con lo dientes apretados— Cada día más grande, ¿Verdad Valentiniano?
El señor V asiente sacando una cajita de cigarros, está a punto de encender, pero Anna lo detiene para llevarlo fuera.
Un suspiro sale de mis labios cuando los padres de Oda salen. Ya mi trabajo está hecho y estoy lista para cambiar ese cóctel por uno más fuerte, me acerco a la barra del lugar y me siento pidiendo un Long Island Iced Tea.
El calor es imponente, pero más imponente son mis ganas de beber; me tomo dos Long Island Iced Tea.
Para mi suerte, pusieron una canción que no era solo de piano —un tango— que me hace querer moverme. Me paro de la silla, pero me siento de nuevo, el piso se está moviendo bajo mis pies y tengo miedo a caer; respiro hondo e intento pararme, pero no lo logro. Alguien se me acerca y no puedo contener la risa, mientras que mi cabeza se balancea sin razón. Su voz era angelical, no entendí nada de lo que dijo, pero si a todo, menos a vender mis órganos.
Coloco mi mejilla sobre su hombro y un montón de diamante me perforan la cara. Fijo mi mirada en aquella persona y me río fuerte al ver la que es Oda, ella se encuentra discutiendo con el bartender mientras tanto yo solo podía mirar la escena.
Oda me sujeta del brazo y comienza a caminar conmigo por media residencia, nos ponemos a dar vueltas y vueltas hasta que por fin se detiene frente a una puerta. Ambas entramos, ella me ayuda a sentarme en una cama, instintivamente yo me acuesto sacándome los tacones desde la cama. Ella se despide con un beso en la frente para luego proceder a cerrar la puerta. Cierro los ojos y... No puedo dormir, las luces del lugar se colaban por las ventanas y mis ojos no se despegaban del techo.
Veo toda la habitación y me pongo en busca de mis tacones, estoy a nada de bajar descalza, pero los zapatos me hacen caer al piso. Me los coloco como puedo, mientras que me hago una trenza, recogiendo la mayor parte de mi cabello.
Entro en el baño, encendiendo la luz, y me pongo a revisar mi maquillaje, el cual está intacta -realmente Simón se merece un Oscar- acomodo mi pelo con unos palillos, saco par de rizos y ya estoy lista para continuar con la reunión.
Apago las luces del baño, preparada para la salida y mis ganas de ir al baño me detienen.
Gracias por seguir leyendo
☺️
Espero que les gusten, ya casi llegamos al lo que se diría el inicio de la historia.
😘😘😘Besitos 😘😘😘
ESTÁS LEYENDO
Mi dulce tesoro
Teen FictionCuando el único familiar de Ophelia muere decide cumplir sus últimos deseos, sin saber que el destino le tenía preparado una sorpresa. Durante la fiesta Ophelia conoce al Zar, volviendo su mundo un desastre.