Capítulo 68 - Los desaparecidos

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Corrine estaba de pie en la puerta del coche, con el torso ligeramente doblado, una mano en la puerta y otra en un gesto de "por favor". Este era el gesto habitual de un caballero. Y el objeto de su gesto de caballero estaba sentado en el coche en ese momento, con las manos sobre las rodillas. Irving no salió inmediatamente, ladeó la cabeza y miró a Corrine con una especie de reflexión.

Llevaban cinco años casados y la identidad de Irving se había ocultado casi deliberadamente, quizá por la actitud de la familia Gries, para que ningún medio de comunicación le prestara atención. Estaba casado con Corrine, pero en realidad lo habían ignorado. Irving siempre ha sido una figura como una sombra, todo el mundo sabe que existe, pero incluso cuando conoce a Irving, nadie se entera de su relación con Corrine.

Sólo con alguien que le gustaba estaba dispuesto a estar con él en el candelero, con un gesto de orgullo y posesión, diciéndole a todo el mundo que esa persona le pertenecía.

Lo que Corrine muestra ahora es una actitud de que lo que Irving no consiguió en esos cinco años, lo compensará un poco. Quería darle a Irving un poco de seguridad, pero al mismo tiempo, también cargaba con un egoísmo, una posesividad de hombre en el trabajo.

Irving reflexionó durante un par de minutos, luego salió del coche y los ojos de la gente que andaba por allí se posaron al instante en Irving. El joven, de cara limpia, complexión delgada y con gafas, tenía un fuerte aspecto de libro. Un joven que a primera vista no parecía llamar la atención, pero que tras un par de miradas más, tenía un encanto añadido.


Todos eran del ministerio militar y estaban en medio, sin atreverse a cotillear demasiado explícitamente, y sus ojos fingían caer así sin querer. Algunas personas sacaron sus teléfonos móviles para colarse y hacer fotos. Corrine alargó la mano y despejó el pelo negro de la frente de Irving hacia la nuca, con una expresión muy tierna en ese momento. Esa escena también se ha quedado en la cámara.

Algunos reconocieron a Irving como el hombre de la sexta planta del edificio de la Oficina de Guerra, otros lo reconocieron como el joven héroe imperial guía de combate de Roy que se repetía en la televisión. Pero fueron completamente incapaces de conectar a Irving con el personaje de la esposa del General. La mirada de Corrine se posó en el hombre que estaba más cerca de ellos, que sonrió torpemente antes de darse la vuelta, y los demás siguieron su ejemplo. La mirada que cayó sobre él desapareció, pero de principio a fin, Irving mantuvo una sonrisa en su rostro.

Corrine fue a aparcar el coche e Irving se dirigió al cuartel militar, y cuando llegó a la puerta, un hombre lo detuvo. Era una mujer alta y delgada, con los ojos pintados de morado, muy guapa. La mujer era un poco más alta que Irving y, cuando éste miró directamente, vio los amplios pechos de la mujer. La mujer se acercó, sus pechos casi rozando la cara de Irving, y éste dio dos pasos torpes hacia atrás.

"¿Te has acostado con el General Corrine?" preguntó la mujer de forma un tanto reveladora, con cierta provocación.

Los presentes tenían dos actitudes hacia el misterioso amante de Corrine, una de curiosidad y otra de celos. Corrine era el amante soñado de muchas mujeres, y su amante era el interés amoroso de estas personas.

"¿Quieres preguntarme cómo es Corrine en la cama?" preguntó Irving, entrecerrando los ojos, "Eso es privado, lo siento".

La mujer miró fijamente a Irving y finalmente dio un pisotón antes de darse la vuelta para marcharse.

Irving subió directamente a la sexta planta, y los ojos de todos se posaron en Irving cuando entró en la sala del despacho. Llevaban meses trabajando juntos y su impresión de Irving se limitaba a la de un joven serio y disciplinado, pero ahora se dieron cuenta de que Irving también tenía una identidad oculta, la de amante del General Imperial.

El General se está divorciandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora