ELLA LO ES TODO PARA MÍ

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Thomas.

Llevo una semana sin saber de ella. Sin verla, sin tocarla, sin sentir sus manos, sus besos, sus abrazos...

Y eso me está matando.

Del trabajo a casa y viceversa, y los ratos libres sólo me lamento viendo películas de acción con mi hermana pequeña, que no entiende que me pasa pero tampoco me apetece explicárselo.

Mis padres ya se han dado cuenta que algo en mí no va bien, pero tampoco se han interesado mucho por descubrir que es lo que ocurre. A Ken sólo le importa que en la embajada esté al cien por cien, y Bárbara está demasiado ocupada en sus asuntos de señora importante y mujer del embajador.

Me encantaría tener a alguien lo suficientemente maduro y que me entienda de verdad al que contarle estas cosas, y así me ayude a buscar una solución porque yo por nada del mundo dejo escapar a la hija de los Miller, ni en sueños.

Me levanto a duras penas del sofá y contesto algunos mensajes de la embajada que ahora mismo me puede chupar un pie si quiere, mientras me muevo hacia la cocina para prepararme un zumo e irme un rato a la piscina.

No es lo que me apetece, pero no tengo otra cosa que hacer.

—He dicho que me dejes tranquilo ya, Olivia —Lucas bufa sacando la leche de la nevera y frunzo el ceño, viendo a mi hermana pequeña con las llaves del coche de nuestro hermano, en sus manos.

—¿¡Que más da dejármelo!? Si tienes a tu novia aquí al lado y sus padres no están, Lucas —se queja la rubia.

¿Los Miller no están?

—¡Que te he dicho que no! Mi coche no lo coges, y menos porque no quieres echarle gasolina al tuyo.

—¡Es que está muy cara y papá me ha castigado sin paga!

—Algo habrás hecho —apunto, acercándome al frutero y agarrando un par de piezas de fruta —Busca trabajo para sobrevivir este verano y no tengas tanta cara.

La pequeña de la casa aprieta sus labios y se gira hacia mi, con esa cara de desprecio que la caracteriza —¿Quien se supone que eres tú? ¿Alguien te ha dado vela en este entierro?

Esta mocosa es una insolente.

Muerdo la pieza de fruta, mirándola con indiferencia —Tu hermano mayor ¿alguna objeción?

Olivia sonríe como si no hubiese roto un plato en su vida y se coloca frente a mí, alzando su rostro para mirarme directamente a los ojos —El día que tengas un hijo, haz con él lo que te de la gana, pero a mí déjame en paz.

—Olivia, no te pases —apunta Lucas, advirtiendo con su dedo —Después es al primero que buscas cuando estás en problemas.

Mi hermana bufa exasperada y camina hacia la puerta que conecta la cocina con el Salón, a pasos agigantados y completamente roja. Odia todo esto, pero si mi padre no es capaz de pararle lo pies, aquí estamos Lucas y yo.

—¡Sois insoportables! ¡Os odio! ¡Sois los peores hermanos del mundo! —grita cuando llega al salón —¡Ojalá Cami estuviese aquí!

Tomo una respiración profunda cuando cierra la puerta del baño con más fuerza de la habitual y miro a mi hermano, que muerde su labio mientras niega ante tal teatro.

—Solo pido que si tengo hijas en un futuro, no me salgan así —dice.

Me río, apoyándome sobre la nevera —Creo recordar que dijiste, que no querías tener hijos —digo, sonriendo maliciosamente después.

Lucas se encoge de hombros y mira su taza de café medio vacía —Ahora que me he enamorado de verdad, si que me lo planteo —hace una mueca —No digo ya de ya, pero en un futuro lejano.

Julie y Tom "CUANDO NADIE VE"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora