[Alec]
Maldigo por quinta vez lo incómodo que resulta traer una erección en un bar tras tu primer trago. Jalo la tela del pantalón tratando de ser lo más discreto posible.
Levantó de nuevo la Copa con el maldito líquido "afrodisíaco" que me regalaron apenas cruce la puerta, no sé si tiene alguna droga, o mi reacción apareció por puros juegos mentales. Eso y la estúpida nota que me puso los bellos de punta:
"Te debería como champán"
Respiro tratando de que sirva para relajarme y no sólo para mantenerme vivo.
Tomo un gran sorbo de la bebida afrutada y fresca, sintiendo que esa frescura cambia a fuego mientras baja por mi garganta.
Tarareo la canción de fondo, tratando de distraerme, esto es una mierda, la erección no baja por más que piense en otras cosas, no creo que pensar en gatitos me siga poniendo así. A la izquierda de mi, escucho una voz muy fuerte y segura:
-Champán, espumoso y el más caro que encuentres en el almacén.
La arrogancia de sus palabras y su exigencia, me hizo recordar a alguien, un rubio muy peculiar que me da unos jodidos dolores de cabeza. No ayudó en lo absoluto, termine jalando de nuevo la tela de mi pantalón. Había sido tan torpe en cada movimiento que tropecé al acomodarme en la silla.
Así que ese pelinegro, de ojos alucinantes volteo para mi, y levantó su copa esperando que mi cristal hiciera un tintineo con el suyo, lo hice sin oponencia y sonríe con mis nervios al tope.
Lo bebió todo, y luego quito un poco de espuma de sus labios paseando con descaro su pulgar, estaba coqueteando sin nivel conmigo, busco alguna patética escusa para comentar algo gracioso pero mi sistema nervioso Acciona mi cuerpo de otra manera, y tomando por sus hombros firmes, acerco mi boca a la suya y le robó un beso.
Maldita sea... El mejor beso.
Dulce y colosal, así era su beso, esto era ridículamente sexy, besarle tras un mínimo gesto de coquetería, era pésimo para esto, pero se sintió bien que no se despegará de mi. Un mini gemido cuando muerdo tímidamente su labio vagabundea de mi oído a mi ultima línea de cordura, haciendo que empuje más su cuerpo contra el mío, y profundice el jodido beso, mete su lengua haciendo cosquillas...
Por un momento no recordé donde estábamos parados, mi mano jugaba el mismo twister que su lengua y mi estómago. Había empezado a sentir la calidad piel debajo de su camisa.
¡Por el ángel! le había desfajado la camisa.
Sus suspiros eran tan extasiados que no podría parar nunca.
-Hey- dijo entonces- mucho gusto.
-Tengo un departamento a un par de calles de aquí, tengo vino caro, y champán medio barato, pero tendrá algun efecto positivo, las luces son calladas y ajenas a lo que pasa en la ciudad. ¿Aceptas?
-¿se supone que eso es una invitación?- dijo con una sonrisa más burlona que sensual, pero ¡puta madre! Mi corazón latía rápido esperando que cambiará a un gesto menos caliente.
No dije nada, estaba acalorado y avergonzado de notar que muchos tenían los ojos puestos en ambos y algunos otros ojos restaban prestando atención a mi entrepierna.
Y mientras todo eso sucedía a nuestro al rededor, entre nosotros estaba una tensión grande.
Creo que esperaba otra clase de invitación, y yo no se la había dado bien del todo.
-Bien, un consejo: usa dos tallas más para pantalones, la tela lucirá igual de sexy cubriendo tus piernas, y te ayudarán con ese travieso del medio.
