Prólogo

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Un hombre perseguía al otro mientras se comunicaba con su colega a través del micrófono en su oído, sus extremidades eran las de un tigre blanco con una velocidad increíble, pero aun con esto, su enemigo era formidable.

-¡Atsushi-kun! ¡Estoy cercas de la salida B, todo esta listo!

El agente al escuchar aquello supo que era la señal, pues la trampa para el enemigo, que su pareja había formulado, ahora solo necesitaba un ultimo paso. Con fuerza salto y sus piernas pasaron de estar en el piso a la pared de aquel pasillo, disminuyendo la distancia entre ellos hasta caer encima de aquel. Cayeron justo al doblar la esquina, alcanzando a ver a Kunikida y Dazai atentos con agentes de la policía esperando al criminal.

-¿En serio creíste que seria tan fácil, muchacho?

Fue lo que dijo el hombre de sombrero de vaquero con una sonrisa, sacando rápidamente un aparato, extrañamente de su boca, y mordiéndolo destrozando el plástico con fiereza. Esto provoco que un sonido realmente agudo molestara los oídos de todos, así como sintieron una fuerza que no los dejaba mover sus cuerpos. Por su parte, Atsushi de pronto había caído con su espalda contra la pared mas cercana, a lo que el enemigo, el único ahora de pie, había sacado un par de pistolas para darle fin al hombre tigre que tanta molestia le había dado.

O eso hubiera sucedido, si no fuera porque se escucharon unos vidrios rompiéndose al mismo tiempo que la oscuridad inundo el lugar. Un cuerpo rápido fue lo que paso alrededor de ellos, específicamente del hombre amante de los vaqueros. Atsushi con su visión de tigre pudo ver como de pronto aquel disparaba a ciertos puntos, juraría haber escuchado unas suaves risas que no reconoció su origen.

El hombre estaba de rodillas, una fina navaja había cortado justo detrás de sus rodillas, y antes de que volviera a usar sus armas, se pudo escuchar un golpe y el sonido de un arma disparándose, después silencio... El momento en que los cuerpos de todos pudieron moverse de nuevo y en el que la puerta de la salida fue abierta, se sincronizo dejando ver al hombre en el suelo inconsciente, con la sangre recorriendo sus piernas y manos, que tenían un par de navajas provocando que estuvieran extendidas en el suelo. No estaba muerto, pero era imposible ignorar las heridas que, claramente, fueron realmente planificadas.

Atsushi empezó a recomponerse y cuando alzo la vista de nuevo, primero viendo la luz de una ventana rota que dejaba entrar al sol, pudo deslumbrar una figura humana, unos ojos morados que lo miraban tranquilos y una serena sonrisa. Era una mujer frente a él, agachada y ladeando ligeramente su cabeza al notar que sus ojos bicolores estaban sobre ella. A pesar del contacto, la fémina no daba señales de vida, pareciendo una muñeca, lo que desconcertaba al agente.

-¿Quién-...?

-¿Estas bien? Estuviste a punto de enfrentar a la muerte -lo interrumpió la mujer invadiendo su espacio personal

-¿Ah? Si, gracias -fue lo único que atino a decir

La sonrisa de la mujer se extendió, pareciendo sinceramente aliviada ante esa noticia.

-Me alegra tanto, señor agente Nakajima

-¡Atsushi!

Quien había interrumpido ahora era Dazai, quien se acerco a su novio mientras la policía se llevaba al hombre herido, posiblemente ahora a un hospital en vez de a la cárcel.

-Estoy bien, ¿tu lo estas? -al fin la extraña le dio espacio, separándose y dejándolo ponerse de pie para ver al castaño, quien parecía preocupado a lo que le brindo una sonrisa -Realmente lo estoy, en serio

-Todo parecía indicar que ya había usado todos sus trucos, su boca realmente debe estar bien entrenada para llevar algo así -bromeo al ver que, en efecto, los daños en aquel se habían mantenido en 0.

Mi vida dedicada a tu muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora