CAPÍTULO 63

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Escucho el sonido del agua y se que Olivia se está duchando, ha adquirido la constumbe de usar mi baño siempre que quiere, no me molesta pero tampoco me deja tranquila, siento como si estuviera ganando poder en mi vida, un poder que no concedo y ella me lo está arrebatando.

El control que tiene en mi no me gusta, no me gusta que pueda ejercer el poder de no hacerme sufrir, porque sé que me puedo enganchar a eso, la tranquilidad, muchas veces soy débil y escojo la opción fácil aunque eso me encierre y lo sé porque no es la primera vez.

Golpeo el suelo con mi pie reflexionando, me como la cabeza pensando en lo que puede evolucionar esto, ¿o lo dejo o cada vez me acostumbrare más y acabaré metida en el pozo?

Levanto la mirada para encontrarla delante mío, me hace un gesto con la cabeza indicándome que se quiere ir, yo asiento y me levanto, cojo las llaves del coche para dejarla en su hogar, ni siquiera ha caído la noche, al tener ese imprevisto en New Orleans hemos vuelto muy pronto por la mañana y aún falta un rato para que caiga la noche.

- Vamos. - Le indico abriendo la puerta del garage.

Conduzco con tranquilidad en dirección a su casa, golpeo el volante del coche con mis dedos de manera pausada y rítmica al son de la música de la radio.

- Aquí está su parada, son veinte dólares. - Bromeo.

- La siestita que te has pegado a mi costa sí que son veinte dólares. - La miro como advertencia, ella solo se ríe y se marcha.

- De nada ehh. - Abro la ventanilla del coche para gritarle.

No obtengo respuesta, solo veo como la puerta de su casa se abre y se cierra. Pues volvemos a casa.

Mañana es martes y tengo que volver a la realidad, la puta universidad, que pereza por Dios. Envío un mensaje a Margot, simple pero conciso.

«¿Cenamos mañana?»

El mensaje no tarda en llegar, su respuesta es un simple si con un emoticono.

La narración del día siguiente es más bien aburrida, clases, entrenamiento, pique con Olivia y cena, la cena tampoco tiene nada de especial, Margot es una chica muy educada a la que no veo conveniente hacerle una de mis bromas o comentarios inapropiados, ella no es de ese estilo.

Las semanas pasan y pasan y aunque me quiero convencer de que todo está perfecto hay algo que no lo está y hay un momento del día en el que me lo demuestra. Me encuentro en el club, el restaurante y la zona de fuera ya está más que inaugurada, pero ese día Jade sube a mi despacho sería y se que algo va a pasar.

- ¿Se puede? - Me pregunta.

- Tu siempre. - Le respondo con una sonrisa.

Se sienta en una silla justo delante mío, su expresión seria consigue activar mis alertas, me crea intranquilidad.

- ¿Esta todo bien? - Le pregunto insegura.

- Creo que hay que hablar. - Vuelve a cortar mis palabras.

Entrelazo mis manos y apoyo mi barbilla en estas mientras la miro fijamente, la tensión en el ambiente se puede cortar con un cuchillo.

- Creo que tendríamos que acabar con esto. - Sus palabras me dejan totalmente desconcertado.

- ¿Cómo?

- Creo que deberíamos romper. - Vuelve a decir.

- Romper. - Repito la palabra como si no supiese que significa.

- Eres increíble pero creo que se me está yendo de las manos y no quiero acabar con el corazón roto, te aprecio y te quiero pero no vamos a estar juntas para el resto de nuestras vidas y tengo que asumir eso.

Feliz día del desamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora