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Chan hizo una mueca

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Chan hizo una mueca. Su guardia personal, Jooheon, apenas y apartaba su vista de él por breves minutos antes de tenerlo en la mira una vez más. ¿Qué era lo que tanto temía el rey para que insistiera de tal manera en tener a sus invitados vigilados?, ¿que robara los jarrones de porcelana?

—¿Te importa? —preguntó medio fastidiado cuando, al abrir la puerta de unos de los baños, Jooheon lo siguió de cerca pisándole los talones.

El azabache sonrió apenado. —Lo lamento. Te esperaré aquí afuera.

Chan entrecerró los ojos antes de meterse al baño y ponerle el pestillo a la puerta de madera. Se recargó sobre una de las paredes cubiertas de finos azulejos y suspiró. No había visto a Seungkwan en todo el día y, si tenía que admitirlo, ya comenzaba a extrañar escuchar su risa.

Dio un pequeño salto sobre su lugar cuando escuchó un golpe hueco debajo del lavamanos, en el gran mueble de caoba. Alzó una ceja y abrió las puertas del gabinete, encontrando diversos productos de higiene y... a Vernon arrastrándose fuera del mueble como un gusano.

—Hola Chan.

—¿Pero qué estás...? ¿Cómo llegaste ahí? —preguntó sorprendido, tratando de mantener su tono de voz lo suficientemente bajo como para que no se escuchara del otro lado de la puerta del baño.

Vernon sonrió. Se levantó y sacudió de su pantalón el polvo acumulado.

—De pequeño me escapaba de mis guardias así. Mi hermano me mostró todos los pasadizos que hay. Detrás de todo esto hay un túnel.

—Bueno, eso es extraño —aseguró el rubio. Se preguntó si a su guardia ya le estaría comenzando a parecer sospechoso el tiempo que llevaba encerrado.

—Estoy buscando a Seungkwan, ¿lo has visto?

—Uh, depende. ¿Para qué lo buscas?

—Estás muy curioso hoy —dijo Vernon con media sonrisa, acercándose discretamente al menor para terminar por acorralarlo entre su torso y los azulejos —. ¿Acaso huelo celos?

—Lo que hueles es el hedor de tu fracaso —gruño Chan alejando al príncipe con un pequeño empujón.

El castaño hizo un puchero. —Eres muy malo, Chan —se quejó —. Si me dices dónde está Seungkwan te mostraré los pasadizos también, así puedes escapar de tu guardia.

Chan no sabía dónde estaba Seungkwan, y la oferta de perder a Jooheon por el resto del día era tentadora. ¿Pero Vernon debía enterarse de un dato tan trivial como que el menor tampoco había visto a Seungkwan?

Chan creía que no.

—Bueno.

—Pensé que sabías dónde estaba Seungkwan

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—Pensé que sabías dónde estaba Seungkwan.

Chan chasqueó la lengua mientras rechazaba la mano que Vernon le ofrecía para salir del pequeño túnel.

—Técnicamente nunca dije que lo supiera —aseguró —. La verdad es que no lo he visto en todo el día. —El mayor infló sus mejillas. Chan rápidamente se deshizo del pensamiento que tuvo; porque Vernon no era adorable. —Aún así, agradezco la ayuda para escapar de mi guardia.

El castaño se dejó caer de espaldas sobre el pasto húmedo. El pasadizo que utilizaron se conectaba con un par de túneles más, y la salida que eligió había sido aquella que desembocaba en un almacén de jardinería. Así que ahora ahí estaban Chan y Vernon, a mitad de uno de los enormes jardines del palacio.

—No es nada. Sé lo pesado e insoportable que puede ser tener a alguien sobre ti todo el día.

El menor se lo pensó un minuto antes de sentarse a un lado de Vernon.

—Ya lo creo. Cuando era pequeño...

Los ojos claros del mayor se abrieron con sorpresa, se incorporó mejor, despegando la espalda del pasto, y alzó una ceja con curiosidad ya que Chan no solía abrirse mucho con él.

—¿Cuando eras pequeño...? —indagó, incitando al rubio a continuar su anécdota.

Chan negó, como si sacudiendo la cabeza pudiera despejar sus pensamientos.

—Nada, olvídalo.

Vernon juntó sus cejas. —Puedes decirme —insistió.

—Pero no quiero hacerlo.

El príncipe bufó. Chan era difícil de tratar; cada vez que Vernon creía haberse acercado un paso a él, Chan parecía haber retrocedido otros dos con anticipación.

—¿Por qué eres así conmigo? Quiero decir, con Seungkwan todo es diferente.

Chan apretó sus labios. Vernon realmente no terminaba de agradarle, y la razón tenía nombre y apellido, claro que sí. Antes de que el mayor llegara, las cosas con Seungkwan solían fluir bien, tenían un par de altibajos, pero lo normal entre mejores amigos. Chan era tan cercano con el pelirrojo que incluso imaginó tener una oportunidad de ser correspondido en sus sentimientos.

Pero no, porque Chwe Hansol, el mismísimo príncipe, había decidido aparecer en sus vidas junto a todos sus problemas con la realeza.

—Eres un llorón. No sé qué esperas de mi; pensé que no te gustaría que te tratara como realeza, sino como amigo —se defendió.

—¡De eso hablo! Ni siquiera me tratas como amigo, y tampoco creo que pienses que lo somos. ¿Por qué? —se quejó el castaño. —Realmente me agradas, Chan.

Chan rodó los ojos. Vernon tenía un (muy buen) punto, pero simplemente le era difícil congeniar con quien trataba de robarle la atención de Seungkwan.

—¡Channie, Vernonnie! —gritó Seungkwan (¿desde cuándo llamaba así a Vernon?), mientras corría por el jardín tratando de evitar pisar las florecitas que se le aparecían por el camino. —¡Los estuve buscando todo el día!

Changkyun, quien corría detrás de Seungkwan, llegó a un lado de los menores más rápido que el pelirrojo.

—Si me lo permiten preguntar, ¿en dónde se encuentran sus guardias? —cuestionó Changkyun.

Chan vaciló y Vernon sonrió sospechosamente, como un niño que trata de ocultar una travesura.

—¿Eh?

—¿Eh?

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pretty, prince / verkwanchan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora