Aclaración: parte de la historia y eventos fueron modificados, Arno sabe que Élise es templaria y luchan juntos.
5 de Mayo de 1789
Murmullos y vitoreos se escuchaban en las calles de Versalles, habían pasado muchas cosas en este último tiempo que convergieron en la situación a la que se encuentra el país. El clero y la nobleza eran la minoría en el país, y mientras estos viven como clase privilegiada, con mejor calidad de vida y eximidos de impuestos y la otra gran porción del país, la burguesía, contraponiéndose a la anterior. Existe mucha desigualdad en las calles, tanto así, que ambos grupos, tan heterogéneos conviven por las calles. Se podía observar por momentos a grupos de mujeres pasar con amplios vestidos fabricados con las mejores telas, batiendo sus pestañas empinadas bajo abanicos caminar por zonas muy pobres de la ciudad mirando con desdén y asco a aquellos que pedían algún tipo de limosna a quien pasara por enfrente de ellos con pómulos prominentes y ojeras oscuras marcadas debajo de sus ojos. Así, la caída económica que acarreaba Francia luego de aliarse con Estados Unidos por su independencia dejó una crisis financiera insostenible, sumado a eso, muchos habían quedado en quiebra gracias a las sequías y heladas de los campos, agregado a que lo poco que se solía recolectar pasaba por numerosos impuestos y objetivaciones fiscales que eximía a la demanda de todo el país costearse ciertos precios y que por lo tanto, los vendedores no pudieran obtener algo a pesar de su rendimiento. Esto ocasionó que la gente saliera a las calles a quejarse, a mendigar porque la situación cambiase. Notoriamente, el rey apuntalado por las miradas y la presión convocó una Asamblea General para darle un fin a la situación.
Arno se enderezó estirando los brazos con un gemido, recibiendo agradecido los rayos del sol que lo apantallaba. Soltó un suspiro y atravesó con las manos su cabello que relucía gracias a los destellos de la luz, resaltando sus facciones. Se permitió tomar unos segundos de respiro dejando que sus hebras ondeen frente a la suave brisa. Era increíble cómo podía encontrar algo de calma entre tanto caos. El castaño meditaba con los ojos cerrados recargado sobre un tejado azul ya grisáceo, no era lo más cómodo que existía, pero dejó que sus pensamientos se esfumen, como si fuera un suspiro mientras movía sus pies rítmicamente. Podía actuar como un adulto cuanto quisiera, pero muy en el fondo seguía teniendo el alma de un niño. Aquel niño curioso y alegre que recordaba ser. Rememoró parte de su infancia en el palacio, lo recordaba como los mejores momentos de su vida, antes que todo se fuera al diablo. Todavía escuchaba las risas infantiles de Élise y suyas jugueteando en los parques del palacio como un eco que repicaba sobre su cabeza, retumbando allí, lo suficiente para ocasionarles leves respingos de dolor. Su cabellera pelirroja como el fuego, quería fundirse allí, en aquellos vestigios de aquella mujer en la que se había convertido y que amaba con demasía.
—Te estaba buscando —musitó una voz a sus espaldas como un ronroneo acariciando los oídos del castaño quien se volteó suavemente para mirarla con una sonrisa de lado. Las facciones de Élise se suavizaron viendo que se encontraba bien y Arno no pudo sentirse más enamorado como en este momento. Mirando embobado su tersa piel pintada como el alba la cual se contraponía con sus pómulos teñidos de un tenue rosado, aquellos iris azules tan profundos como el océano que lo observaban juguetones, analizaba cada facción de ella maravillado de la mujer que tenía parada a pocos metros de él. Buscó achicar las distancias y le tendió su mano. Y como si ella supiera que debía hacer junto una de sus manos con la de Arno apoyándola con suma delicadeza.
—Y me encontraste —murmura Arno, acercándose hacia él. Rodea un brazo sobre su cintura y clava sus dedos sobre ella depositando un casto beso en su cien aprovechando para oler su perfume, permaneciendo por uno momentos recargado sobre ella.
—¿Qué estabas haciendo aquí arriba? —Élise clava sus ojos por un momento sobre Arno observándolo con curiosidad. Él le devuelve la mirada con cariño, buscando por todos los medios transmitirle aquella admiración. —No te había visto con el cabello suelto desde hace mucho tiempo. —Comentó pasando una mano sobre su cabello, quien recibe la caricia con gusto entrecerrando sus ojos, dejando que los pequeños dedos de su pareja penetren en su cuero cabelludo.
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Versalles y sus Cuervos [Jacob x Arno]
Roman d'amour"Estamos aqui por la voluntad del pueblo, y sólo saldremos por la fuerza de las ballonetas" -Mirabeau 1789. Un sólo asesino no basta para librar Francia. Pensó antes de colonizar aquellos ojos británicos. ~~~ Temática homosexual Los personajes no me...