noviembre 2016

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Arriba en el cielo se observan 3 radiantes estrellas. La mayor de ellas es serena, valiente y luce la sabiduría de una anciana, la de las almas viejas, esas que traen consigo muchas vidas. La siguiente tiene una luz intensa, fuerte y tenaz, pues tiene la gracia del hacer, decir y defender lo que quiere hasta el final, mostrándose inflexible y tosca, aunque de gran corazón. Y la tercera estrella luce su encanto, cautivando a quien se detenga a observar la gracia y la candidez de su ser; esta pequeña estrella goza de los privilegios del hermano menor, demandando los tiernos brazos del incondicional firmamento quien los guarda y los protege de la oscuridad del espacio.

Arriba en el cielo iluminan y guían el errante andar de destinos perdidos, almas superfluas de débiles raíces arrastradas por los vientos de la vida. Orientan al desorientado, alientan al caído y alimentan la esperanza de un mejor mañana.

Arriba bien arriba, se escucha un canto, se observa una danza y se vive el amor de 3 pequeñas estrellas en el infinito firmamento de la vida.

El sol y la luna hoy, en un pacto sin egoísmos,  se resignan dando la última batalla para resguardar el sano equilibrio entre el fuego del sol y la serenidad del firmamento, para no devastar la frágil vida existente a su alrededor.   Y aunque la génesis de todo ya había escrito su final, lograron realizarlo con pausa y sin más daño que l necesario.

Arriba se escriben destinos, similares a los de la tierra,
Arriba se oyen susurros de aliento, de paz
se oyen cantos ancestrales melodías y arengas de vida,
arriba se definen destinos que al morir se convierten en estrellas,
las que intentarán, a partir de sus errores,
reescribir la historia de otros...

15 de mayo de 2018Where stories live. Discover now