Amo todo de ella

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Tengo una obsesión con ella ,la chica que amaba los girasoles: "Zamira".Pegaba el ramo de flores recién cortadas a su delicada piel canela, tocaba delicadamente su rizada cabellera color negro,tan oscuro como la noche y empezaba a echar a andar hacia su modesta cabaña cerca de río, lejos de mi.

Amaba mirarla ,verla recoger los hermosos girasoles amarillos de su huerta ;ella nunca me había visto ,sin embargo yo había estado ahí, detrás de ella,mirándola,embriagado con su dulce aroma a cerezas,a veces sentía que me había visto con esos bellos ojos color obsidiana,ella volteaba rápidamente pensando que se había vuelto loca,no lo sé, tal vez lo sabía y solo quería jugar conmigo. Era tan delgada, una muñeca de porcelana fina,que se movía con sus delicados pasos y esos delicados pasos pronto se convertirían en el dolor más grande de tan solo una parte de mi vida que había tenido que soportar. Ella tenía 18 y yo 15 pero no había problema con la edad :yo la amaba. Muy pronto me iría a la preparatoria, por ese entonces estaba en vacaciones de verano, estudiaría en Zurich con una beca completa, tal vez estaba a kilómetros de Vevey, pero sobresaliente en su examen de admisión pero tendría que esforzarse.

Algo era seguro: yo quería estudiar allí. En cambio, Zamira empezaría la universidad en Berna, ella obtuvo un beca completa para estudiar ciencias biológicas, había obtenido un puntaje

En ese verano que robó mi corazón, fue tan duro tener que decirle adiós, no solamente porque tendría que ir a estudiar a un lugar lejano, también estaba la idea no poder volver a verla.

Una noche de penumbra, de pacífica armonía, el silencio era interrumpido por la melodiosa voz de Zamira ,cantando con devoción me encontró mirándola a sus espaldas, no parecía impactada o asustada simplemente, pausadamente me dijo: -¿Conoces la poesía japonesa? - Un amor inconcluso, una noche fría en abril como en octubre, una herida sana, un corazón, no lo sé .- repliqué.

- Hermoso - confesó.

Entrecerré los ojos y de un momento a otro desapareció. Esa fue la primera vez en que pude cruzar palabra con ella, sentirme más cerca, recuerdo haberme ido a dormir queriendo volver a verla algún día. Pensar en su delicado caminar, sus ojos, su sonrisa pícara, su mirada, ella era más que perfecta...

La mujer que amaba los girasolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora