Capítulo 1

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Te lo dedico a ti, que haz amado con locura y haz llorado con desenfreno.

Mi amor por "siempre".

La droga más fuerte no es la cocaína, ni la heroína, ni el crack o la anfetaminas. La droga más fuerte es el estar enamorado. Suelta tantos síntomas en nuestro cuerpo que se vuelve una euforia natural. Ríes, lloras, enloqueces... es una maldita montaña rusa la cual quisieras nunca bajar.

De un momento a otro estas en la cima de la felicidad y allí me encontraba yo.

Lo observé mirando las estrellas mientras que dibujaba cada constelación con sumo cuidado. Le encantaba pintar, adoraba pintar. Creo que su primer amor fue un lienzo y luego yo.

Adoraba observarlo tan concentrado allí, en su mundo que a veces sentía celos de que no me prestara atención hasta que un día me dijo;

Tú, eres mi más bonita inspiración. Me inspiró en lo que dibujó pero en mis pensamientos solo abarcas tú y el que estés aquí conmigo observando lo que hago dan ganas de dibujar todo el maldito mundo.

Fue razón suficiente para acompañarlo a todos los lugares que quería pintar. Yo fui unos de sus mejores cuadros que ahora estaban en unos de los museos de España.

La delicadeza con la que pasaba sus dedos para sacudir los residuos del lápiz o para sombrear hacia que esta fuera unas de las mejores escenas de mi vida.

—Píntame la vida, Youssef— Le sonreí mientras ponía mi cabeza en su hombro mientras él seguía dibujando.

Sus ojos celestes, su cabello rubio y esos hoyuelos que se formaban cada vez que reía me daba mil años de vida.

Era el novio perfecto, ese que no encontrarías dos veces en la vida y lo sé porque en los últimos dos años me había hecho la persona más feliz del mundo.

Me hacia reír en mis peores días y él sabía que eso era mi refugio porque cuando sentía que no podía más él estaba allí para sostenerme.

Te dedicaba las mejores horas de la vida y aunque fueran solo cinco minutos para mi eran cinco horas. Porque lo amo y mientras lo amará un segundo sería un año a su lado y eso para mí estaba bien.

Youssef, era todo lo que estaba bien en la vida. Tenía tantos planes, tantas metas, tantos sueños, tantas ganas de vivir. Mientras que yo era todo lo contrario a él y él lo sabía perfectamente. Sabía que tenía problemas, que mi mundo estaba pintado solo con los colores más opacos que podían existir cuando no estaba a su lado, por eso siempre buscaba la manera de estar allí para mí.

Y puede que suene egoísta, pero a él no le importaba. No le importaba el azul de mi cabello que ya comenzaba a verse opaco, ni las sombras de desvelo bajos mis ojos, no le importaba mi piel pálida, ni mucho menos mi cuerpo delgado por dejar comer. Él siempre estaría allí para mí.

Nunca juzgó mi forma de verme, porque yo estaba consiente que no era la más bonita aunque él me digiera que era hermosa. Había muchas chicas en cada esquina que pasábamos y ellas si eran bonitas, así las veía yo. Las escuchaba murmurar, sabía que mi aspecto no era el mejor y daba mucho de que hablar y eso a veces me hacia sentir la persona más asqueada de la vida pero él estaba allí, siempre estaba allí.

— Tú, eres mejor que todas ellas—. Dijo Youssef, dejando un beso cálido en mi frente.

Él me había enseñando los colores más hermosos, que la vida no solo se veía gris, que las lágrimas no siempre salían por tristezas si no también por felicidad, que a veces las risas no eran siempre felices si no que eran mascaras para ocultar la tristeza. Que la vida en sí, era como el Yin y el Yang. Que nunca estamos bien pero que tampoco estábamos mal, que amaríamos de verdad como también nos destruiríamos, pero que al final siempre buscaríamos la manera de estar bien con el mal, porque somos masoquistas.

Pero yo nunca estuve bien.

Un gran ejemplo del concepto que les di es qué; yo era el Yin y él era el Yang.

Que los dos éramos dos polos opuestos.

A él le gustaban los colores vibrantes, a mí el negro y el gris.

A él le gustaba el atardecer, a mi me gustaba la noche.

A él, le gustaba Lady Gaga, a mí Billie Eilish.

A él, le gustaba los días cálidos, a mí me gustaban los días de lloviznas.

A él, le gustaba dibujar a mí me gustaba escribir.

A él, le gustaba el helado, a mi me gustaba el café.

Y así, una y mil cosas opuestas pero las cuales encajaban bien en nuestra relación.

Lo amo, y siempre lo amaré. Quizás la palabra "siempre" sea una palabra prohibida para el amor o quizás es un algoritmo que jamás se resolverá, pero para mí "siempre" es la manera de demostrar que llevaré algo de él en mi caminar, que lo llevaré siempre en mis recuerdos.

Y te cuento esto porque un día martes como hoy, a las nueve de la mañana recibí la noticia que me destruyó por completo. Aquella qué, me dijo; "Allí está tu para siempre". Y te juro, te juro que intenté no creerlo, te juro que me pellizqué para levantarme de esta pesadilla pero todo indicaba que esta era mi realidad.

💐🤍

N/A: ¿Otra historia que te dejará sin estabilidad emocional?

Delirios De Un Amor [En Proceso].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora