Tiempo. Lo que menos tenía Leo era tiempo. Se había quedado toda la noche despierto tratando de ajustar detalles importantes en su nuevo proyecto: Hefe, su nuevo y mejorado dragón metálico. Extrañaba a Festo, su viejo dragón, pero ya no podía hacer nada para repararlo. Aunque el nuevo estaba mejor preparado, era más resistente y estaba equipado con un gran arsenal de armas, por si acaso. Era una verdadera obra de arte para Leo, estaba orgulloso de su trabajo. Había cosas que faltaban todavía pero Leo decidió que las terminaría durante el viaje de la misión.
Salió afuera del búnker tirando del dragón.
— Ya se, ya se. Adentro está más lindo y quieres quedarte ahí — le dijo mientras ajustaba las riendas. Leo se subió al lomo de Hefe y comenzó a tocar los botones del tablero de control que había puesto en la nuca del dragón. — Veamos de qué estas hecho — Hefe dijo algo en un idioma de tuercas y engranes y levantó vuelo. Leo sonrió para sí mismo mientras se elevaban. Podía ver todo el campamento desde la altura a la que estaba. El bosque, las cabañas, la Casa Grande, los campos de fresas, la colina con el árbol de Thalia. — Allí amigo — dijo señalando el árbol.Unos minutos después, Leo descendía al lado de un grupo de personas, y Quirón el centauro. Jason y Piper habían ido a despedirlo. Luego estaban Rachel, que abrazaba a Alexa y Matt Bryan hablando con Quirón. Leo bajó de Hefe.
— Presumido — le dijo Piper mientras se abalanzaba a abrazarlo. Leo la abrazó fuerte, la quería como a una hermana, aunque fuera molesta a veces y una reina de la belleza. Literal, ella era una hija de Afrodita.
— Yo la llamaría una entrada al estilo Valdez — le dijo Leo mientras se separaban. Piper puso los ojos en blanco.
— Cuidate, duende latino — le dijo Jason, dándole un abrazo de oso que hizo sonarle los huesos a Leo.
— "Cuidado" es mi segundo nombre —
— Eso quisieras — se río Jason.
— Adiós, Superman — dijo Leo apartándose de él. Los miró a los dos, como Jason pasaba su brazo por el hombro de Piper. Ah, los extrañaría y mucho. Se dio vuelta hacia sus compañeros de viaje. Rachel seguía abrazando a Alexa, mientras le hablaba.
— Cuidate mucho. No me podría perdonar que murieras, habiéndote metido yo en esta misión —
— Descuida. ¡Volveré, Rach! ¡No me tengas tan poca fe! — dijo Alexa haciéndose la ofendida.
— ¡Ni que este loca! Espero que los venzas a todos — le dijo la pelirroja. Y con eso, Quirón decidió tomar la voz.
— Bueno chicos, espero que tengan éxito en su misión y que vuelvan todos vivos — cuánto aliento, pensó Leo. Se giró hacia sus compañeros de viaje.
— Muy bien, mis amigos. Tendrán el honor de viajar en mi nuevo invento, ¡El Hefe! — al oir esto, Hefe desplegó sus alas anaranajadas, que con la luz del amanecer brillaban aún más. Matt silbó.
— Qué bonito — dijo Alexa, cautivada. — ¿Lo has hecho tu solo? — a Leo le recorrió una sensación de haber escuchado esa misma pregunta en otra situación, hace mucho tiempo. Hizo caso omiso.
— Si — dijo un poco avergonzado. Al ser un hijo de Hefesto, tienes esa habilidad de poder construir cosas como esa. — Me ha costado varios meses pero... — Alexa lo interrumpió.
— Impresionante —
— Vas a tener que acostumbrarte, Leo puede hacer esas cosas y más — dijo Piper detrás de él. Leo se dio vuelta y le sacó la lengua. Ella le devolvió el gesto.
— Bueno, ¿Adónde debemos ir? — preguntó Matt. Parecía impaciente y tenía unas profundas ojeras de no haber dormido en toda la noche.
— No lo sé — respondió Alexa. Matt frunció el ceño.
— Se supone que eres la líder del grupo, debes saber adonde ir — Alexa iba a responder cuando algo empezó a brillar al lado del árbol de Thalia. Una silueta humana parecía distinguirse y, ¡Paf! Hermes estaba allí.
— ¡Padre! — soltó Matt tan sorprendido como los demás.
— Hola hijo — dijo el dios mientras guardaba un bolígrafo en su bolsillo.
— ¿Que-que haces aquí? — Matt estaba rígido.
— Siendo el dios de los viajeros, piensas que no voy a venir. Además de saber la respuesta, quería despedirme de mi hijo personalmente — sonriéndole. Matt no se lo creía.
— Un momento, ¿Usted sabe adónde debemos ir? — saltó Leo. Hermes lo miró pero no habló. Sin embargo, una voz salió de algún lugar.
— ¿Acaso este chico no sabe de modales? — era una voz masculina, que pronunciaba demasiado la ese.
— ¡Y ni hablemos de su ropa! ¡Está todo engrasado! — ahora era una voz femenina. Leo no sabía de donde salían esas voces pero se molestó al escuchar lo último. Se miró. ¿Tan mal estaba? Solo tenía alguna manchas en los pantalones.
— George, Marta. No nos desconcentren — entonces Leo lo vio, Hermes tenía un caduceo con dos serpientes enrosacadas en él. Pero las serpientes estaban vivas. Leo se quedó pasmado.
— Increíble — dijo acercándose para observarlas mejor. — ¿De qué estarán hechas? —
— De carne y huesos. Somos de verdad, ¿No es obvio? — dijo quien parecía ser Marta. — Estos semidioses vienen cada vez más vacíos en sus cerebros, ¿No lo crees, George? — dirigiéndose a la otra serpiente.
— Huele a ratones... eh digo, si, tienes razón Marta—
— Suficiente chicos — dijo Hermes y golpeó el caduceo contra el suelo. Las serpientes se volvieron rígidas y dejaron de hablar, como si sólo fueran parte de la decoración y no tuvieran vida propia. — Lamento eso. ¿En qué estábamos? Ah, si. Hacia dónde iban — hizo una pequeña pausa y siguió. — Lo único que puedo decirles es que deben ir al oeste, hacia las montañas. Pero antes deberán pasar por Chicago para probarse en su primera prueba. Es lo que más puedo ayudarles — todos permanecieron en silencio.
— ¡Ahora tengo más dudas que antes! — dijo Alexa.
— Ah, querida. Desearía poder hacer más pero hasta aquí me dejan ayudar. Quizás, a medida que viajes, tendrás respuestas pero por ahora debes seguir el camino que he indicado — Leo no entendía a lo que se refería Hermes. Alexa parecía confundida también pero se limitó a asentir. — Hay grandes expectativas sobre ti, Alexa. Tu padre las tiene, sobre todo — Alexa abrió los ojos.
— ¿Qué? — pero Hermes no la dejó completar su oración.
— Debo irme. Sean exitosos en su misión. Tienen mi bendición en esta travesía — y con eso, Hermes volvió a brillar y despareció. Todos estaban estupefactos. Quirón fue el primero en reaccionar.
— Muy bien, ya escucharon a Hermes. Ya saben a donde ir. No pierdan luz de día. ¡Vamos! — lo suficiente como para que los tres se subieran a Hefe. Leo adelante, manejando los controles, luego Alexa y por último Matt. Leo dio la orden y Hefe se separó del piso y se elevó al cielo. La misión acababa de comenzar.
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With the fire
FanfictionAlexa está por descubrir su potencial al surgir una nueva profecía y, con la ayuda de Leo y Matt deberán interponerse a ella para salvar así, su lugar mas preciado, el Campamento Mestizo.