Capítulo 8: Matt

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Luego de casi morir atacado por un venti o basilico o lo que fuera y ser apuntado por su compañera con un arma, el viaje estuvo tranquilo para Matt. Resulta que el dragón estaba equipado con un montón de cosas. Había varias hileras con butacas, como en un cine, a lo largo del lomo de Hefe. Cada asiento tenia un porta vasos y una manta y almohada para dormir. Leo había dicho que era para la "mejor comodidad de sus pasajeros" pero Matt tenia sus dudas. Habiendo escuchado cómo habían sido las misiones anteriores de otros semidioses, no estaba seguro que pudieran siquiera tomar un poco de agua pero, por el momento decidió aprovechar y se puso a dormir un rato. Pero el sueño que tuvo lo sacó de sus dudas.

Se encontraba en uno de los tantos depósitos de encomiendas que su padre tenia en todo el país. El lugar era muy grande, con un techo bien alto y varios pisos de cintas transportadoras. Pero algo no estaba bien, millones de cajas, o más bien los pedazos que quedaban, se encontraban desparramados por todas partes; las cintas estaban paradas y varias estaban destrozadas por completo, el ambiente de sentía extraño, como con magia... De repente, hubo un estallido. Matt se escondió detrás de unos cajones y espió a ver qué había sido eso. Lo que vio lo dejo atónito: se vio a si mismo peleando contra un ¿Gigante? Era mucho más bajo que los gigantes pero, aun así, se parecía demasiado a Hipólito, la antítesis de Hermes, pero era mucho más chico. Aunque si era más ancho, más musculoso, como si su cuerpo fuera una mezcla de dos cuerpos grandes. Matt se estremeció. El gigante le ganaba en todo a Matt, al que estaba delante del Matt verdadero. El chico del sueño trataba de hacerle daño al gigante-lo-otro-que-fuera pero no daba resultado. Le atestaba golpes a diestra y siniestra con su espada pero era inútil. Matt (el que estaba viendo eso) quería ir a ayudarse pero sabía que no debía hacer nada; más bien, no podía. Quería moverse pero había algo que lo detenía, como si lo estuvieran obligando a quedarse pegado al piso.
En un movimiento rápido, el gigante le quitó la espada a Matt y lo dejo tirado en el suelo. Matt trató de hacer algo pero no pudo. Y el verdadero Matt vio cómo el monstruo le clavaba su espada en el pecho. Después de eso, se desmayó.

Matt se despertó con el llamado de Alexa.
- Matt, despierta. Vamos a aterrizar - le había dicho. Efectivamente, iban descendiendo cada vez más, a la luz del atardecer. El día se estaba pasando rápido.
- No puedo creer lo rápido que hicimos para llegar a Chicago - dijo desperezándose.
- En realidad, estamos a medio camino de Chicago. Debemos parar para... este.... bueno, necesidades básicas y debo arreglar unas cosas de Hefe - le explicó Leo. Hefe hizo unos ruidos metálicos que Matt interpretó como una queja hacia Leo y este lo calló.
- De acuerdo, pero me gustaría que estemos poco tiempo allí - dijo Matt acordándose repentinamente de su sueño. - Mientras más rápido lleguemos, mejor - Alexa le estudió el rostro un momento, tratando de saber a que se refería pero no hizo ningún comentario, solo asintió.
- Muy bien - dijo. Matt tenía una leve sospecha que sabía a qué se refería él.
Unos minutos más tarde, los tres se encontraban en tierra firme. Habían aterrizado en Fort Wayne.
- Nunca pensé que volvería aquí - suspiró Matt.
- ¿Ya has estado antes? - preguntó Leo, mientras abría el tablero de control de Hefe.
- Si, una vez mi padre, digo, Hermes me trajo aquí. Quería que conociera en dónde trabajaba - empezó a contar. Alexa lo interrumpió.
- Pero tu no sabías que eras un semidiós, todavía - adivinó.
- No - convino. - Yo quería saber a toda costa qué era lo que mi padre hacía, me parecía un misterio. Entonces un día me llevó a conocerlo, me dijo que él trabajaba en varios lugares pero que este era su favorito, porque allí había conocido a mi madre - Matt vio como Alexa sonreía, lo que hizo que él también lo hiciera. - Yo estaba impresionado de lo enorme que era el lugar y la cantidad de cosas que tenía - pero se calló tan rápido como se acordó de su sueño. Un escalofrío le recorrió la espalda.
- Oye, amigo. ¿Estás bien? - volvió a preguntar Leo. Alexa lo miraba seria, estudiándolo otra vez.
- Si, es sólo que es duro... - mintió, aunque en parte era cierto. Su madre había muerto hace unos años y aunque lo había superado, a veces la herida se volvía a abrir. Alex hizo una seña de Stop.
- No hables más, te entendemos - dijo mirando a Leo y, luego a él. Matt suspiró pesadamente.
- Bien, no perdamos el tiempo - dijo mirando hacia el centro de la ciudad. Se habían estacionado poco antes de llegar para evitar salir en las noticias por volar un dragón de metal, que los mortales llamarían "OVNI", gracias a la Niebla. - ¿Qué hay que hacer? - dijo dirigiéndose a Alexa. A esta se le encendieron un poco las mejillas.
- Bueno, en realidad, necesito ir... Al baño... - dijo tímidamente. Matt largó una carcajada.
- Necesitas que te acompañe, supongo - dije divertido. Era una petición un tanto normal, para un semidiós.
- ¡Si! ¡Si voy sola me atacarán los monstruos! -
- Pero si voy contigo, me atacarán a mi - dijo frunciendo el seño.
- Puede ser - Matt revolvió los ojos. - Pero si te atacan yo estaré allí también - se explicó Alex.
- En el baño - dijo Matt, a propósito. Leo se giró.
- Parecen una pareja de novios peleando - dijo molesto. - Matt, acompañala para que descargue y, de paso, traigan algunas provisiones - Alex y Matt se miraron y, sin decir nada, se dieron vuelta hacia la ciudad. Escucharon que Leo suspiraba y Hefe le respondía en un idioma mecánico.

Una hora más tarde, ambos se encontraban en la estación de gasolina de la pequeña ciudad. Matt esperaba afuera a que Alex saliera de los baños. Cuando esta lo hizo le dedicó una sonrisa y siguieron caminando, adentrándose más en el centro de Fort Wayne.
- ¿Ahora qué hacemos? - preguntó Matt.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2015 ⏰

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