La sangre corría rápidamente por mi venas, mi cabeza me gritaba que me levantara y que huyera hacia el pueblo, pero mi cuerpo estaba paralizado, ¿cómo no estarlo con un lobo gigantesco delante que podría matarme en menos de un segundo? Mi respiración era errática. El lobo gris dio un paso hacia mí haciendo que mi cuerpo se moviera producto al miedo, tome un piedra y se la tire con todas fuerzas que podía, le cayó en la cabeza cerca de la oreja derecha, soltó un quejido seguido de un feroz gruñido en mi dirección. Ahora si estaba muerta. Con el lomo erizado, las orejas hacia atrás y mostrándome sus afilados dientes dio unos pasos hacia mí, solo reaccione a arrastrándome hacia atrás sin quitarle la mirada de encima. Chille al sentir su aliento tan cerca y cerré los ojos esperando lo peor, pero nada ocurrió sino que escuche un fuerte gruñido seguido del sonido de dos cuerpo chocando junto con un gran alboroto. Abrí los ojos encontrándome con algo impresionante, el lobo gris se estaba peleando con otro lobo, este de color blanco, era igual de grande.
Mi cuerpo temblaba de miedo.
Cuando pensaba que nada de esto podía seguir empeorando, de un salto apareció un lobo negro, que era aún más grande que los otros dos. Pensé que se uniría a la pelea, sin embargo dio un fuerte ladrido haciendo que los otros dos lobos se separaran con las cabezas gachas hacia él como si este los estuviera regañando.
Me sentía como un ratón en medio de tres gatos hambrientos.
- ¿Qué rayos está pasando acá? -una mujer con una capa roja apareció agitada entre los árboles, estaba evidentemente enojada; seguidamente apareció otra mujer también con capa roja junto con cinco lobos normales.
- ¿Qué hiciste ahora, Alexander? -dijo la recién llegada hacia el lobo gris, este agacho las orejas emitiendo leves ladridos como gimoteos. -Te he dicho mil veces que te comporte-el lobo ladró. -Ahórrate tus palabras.
-Miren como se encuentra esta niña-la mujer de capa roja se acercó hasta mi poniéndose de cuclillas, se sacó la capucha de su capa dejando ver a una mujer castaña de unos hermosos ojos verdes que se me hacían extrañamente familiar. -Está temblando de miedo.
-Sera mejor llevarla a la casa hasta que se calme y, luego acercarla al pueblo-dijo la otra mujer acercándose, entre las dos me ayudaron a levantarme, dándose cuenta de mi capa. Intercambiaron una mirada.
Las dos me ayudaron a caminar, me guiaban, no tenía ni idea a donde me llevaban, pero estaba tan asustada, choqueada y confundida que solo me deje llevar. Los lobos normales iban por delante y flanqueándonos, mientras que los lobos gigantes nos escoltaban. Escuchaba como el gris y el blanco discutían entre gruñidos y ladridos siendo el lobo negro el árbitro de la discusión. En un momento voltee la cabeza observando bien a los lupinos. El negro podía fácilmente traspasar la altura de un caballo por la mitad de uno, su pelaje era de un lustroso negros azabache y con los ojos de un oscuro color ámbar, realmente con solo su caminar imponía poder. El lobo gris era un poco más bajo que el negro, pero no más de una cabeza, su pelaje gris era opaco y de veía algo desordenado, su presencia inspiraba fuerza y ferocidad junto sus dorados ojos. Mientras que el lobo blanco poseía un hermoso pelaje completamente albino, no había nada que corrompiera aquella blancura, sus ojos era de un impresionante color celeste hielo, muy diferente al color ámbar de los otros dos, y aunque era unos pocos centímetros más bajo que el gris no se veía menos sino imponía tanta presencia como lo hacía el lobo gris. Se veían magníficos, pero sumamente letales.
Los lobos normales aullaron al estar cerca de una gran casa de dos piso. Dentro de mi estado quede impresionada por la casa, en la cual perfectamente podía caber cuatro veces mi casa, estaba rodeada de rosales y de lobos, habían más de 10 sin contar los que nos acompañaban. Las mujeres me llevaron hacia dentro de la casa, que era muy espaciosa y acogedora por dentro. Me sorprendí al ver a una loba, se veía mayor a los demás lobos, haciendo guardia a una niña rubia que dormía en un sillón. Me sentaron delante de la chimenea encendida, mientras que la mujer castaña se dirigió a la cocina y la otra mujer se sacaba la capa revelando su largo cabellos rubio, así mismo una cicatriz que marcaba su rostro. Acarició el pelaje canoso de la loba y tomó a la niña para llevársela al piso de arriba, la loba miro como la rubia se llevó a la niña y, luego dirigió su miraba hacia mí, como si me estuviera vigilando.
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¿Donde vas, Caperucita?
RomantikEl bosque siempre ha sido un lugar rodeado de grandes misterios, en el cual suceden cosas tanto malas como buenas, cosas de que alguna manera tenían lógica, pero también pueden suceder cosas que salen de toda lógica.