Cap. 1

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El sonido de las aves se coló por la ventana provocando que saliera de mi agradable sueño. Al darme que cuenta que ya era de mañana, me levante de un salto de la cama y me cambie de ropa enseguida. Al terminar de vestirme, me cepille mi desastroso cabello pelirrojo. Me mire al espejo, directamente a mis ojos grises, que hoy tenían un brillo especial.

-feliz cumpleaños, Lilliath-me dije dedicándome una sonrisa.- Felices 10 años.

Corrí la cortina que separaba mi habitación del resto de la casa. Al hacerlo, me encontré con mi madre quien me miraba con una radiante sonrisa.

-Feliz cumpleaños, hija-dijo abrazándome fuertemente.- eres toda una damita.

-gracias, mamá.

-ahora a desayunar.

Me senté en la mesa, donde me esperaba un delicioso desayuno. Leche de cabra, pan con miel y fruta. Mientras desayunábamos, me contaba como todos los años, como conoció mi padre, un joven viajero irlandés que exploraba los bosque de las colonias británicas, le encantaba decirme que aunque se conocieron por muy poco tiempo se quisieron mucho y que aunque me crio sola, jamás se iba arrepentir de haberme tenido.

-bien, mucha cháchara-dijo recogiendo los platos dejándolos aparte.-te tengo un regalo.

-mamá no era necesario.

-claro que lo era-dijo dejando un bulto envuelto con una tela oscura y amarrado con un listón plateado.-vamos ábrelo.

Le di un beso en la mejilla antes desamarrar el listón, al hacerlo encontré algo que siempre que deseado tener. Una hermosa capa roja con capucha y con unos hermosos bordados de flores negras.

-oh, mamá-la abrace fuertemente.-muchas gracias.

-me costó mucho encontrarla-decía, mientras me ayudaba a colocármela.-no es igual a de caperucita...

-oh no, mamá, es perfecta-exclame mirándome al espejo.

-ahora eres toda una caperucita-me susurro colocándome la capucha.

-dudo mucho que me llegue a parecer a ella.

-aún estas creciendo,-dijo mirándome a los ojos- cuando lo hagas vas a hacerlo con gran belleza.

-gracias.

-bien, ahora vamos al mercado para comprar lo ingredientes del pastel y de la comida-dijo tomando su abrigo grisáceo y abriendo la puerta de la casa.

Le tome la manos y nos dirigimos al mercado. En el camino, me percaté de que más de una persona me quedaba mirando. Aunque era entendible, ya que, más de dos décadas que no se veía una chica de capa roja, la cual había sido una traidora para todo el mundo.

-Lilliath, espérame aquí-dijo mi mamá acariciando mi mejilla.

Mientras mi madre compraba algunas telas, yo contaba las aves que cruzaban el cielo.

-¿Qué haces, niña?-de la nada alguien me agarro fuertemente de los brazos.- ¿Qué haces con esta capa?-estaba muy asustada, por lo cual no podía pronunciar palabra.

-Valentine, suelta a mi hija-grito mi madre, agarrando con firmeza el brazo del Valentine Frozz, el alcalde del pueblo.

-¿Qué hace tu hija con esta capa, Elizabeth?-gruño mirando fijamente los ojos grises de mi madre.

-se la regale por su cumpleaños,-respondió con un tono que jamás le había escuchado- ahora suéltala.

-haz cambiando mucho, Elizabeth-dijo con desdén el alcalde- antes besabas el piso por donde caminaba.

-simplemente estaba ciega y por esa ciegues fue una mala amiga, pero por suerte abrí los ojos y me di cuenta que Nara hizo bien en cambiarte por alguien que amaba de verdad-el alcalde al escuchar a mi madre, levanto la mano con toda la intención de golpearla, pero mi madre le detuvo la mano.- que te duela lo que dije no es culpa mía.

El alcalde me lanzo una mirada envenenada, antes de irse echando fuego por los ojos. Mi madre se agacho poniéndose a mi altura, mirándome a los ojos.

-¿estás bien, mi niña?-pregunto colocando uno de mis risos pelirrojos detrás de la oreja, asentí- bien, ahora que tienes esta capa debes mantenerte alejada de la familia Frozz, ¿entendido?

-sí, mamá.

-bien, ahora vamos a casa.

En camino hacia la casa, mamá no me soltaba en ningún momento la mano. Recién al cerrar la puerta logro relajarse. Nos colocamos a cocinar primero el almuerzo, el cual comimos hablando sobre cosas sin sentido. Luego, nos colocamos a manos a la obra con mi pastel.

-Lilliath, no hay bayas-dijo mamá revisando la despensa.- ¿puedes ir a buscar?

-claro-respondí colocándome mi capa y recogiendo mi canasta.

-no te adentres mucho en el bosque-me advirtió antes de que cerrara la puerta de la casa.

Iba saltando y tarareando dirigiéndome al bosque, el cual me gustaba mucho, aunque de igual manera no me atrevía adentrarme mucho en él, al igual que casi todo el mundo. Solamente algunos entraban al bosque como los cazadores y leñadores, pero todos guardaban distancia de este, que a pesar de que no se registraba ningún tipo de ataque del lobo feroz de hace años, aun le seguían temiendo.

De la nada, oí un fuerte ruido a poca distancia de mí. Intente ignorarlo, pero mi curiosidad fue mil veces mayor. Me dirigí de dónde provenía el ruido, encontrándome con algo muy gracioso, un chico de unos 12 años, estaba colgando de cabeza en un árbol producto a una trampa.

-¿necesitas ayuda?-pregunte sin poder evitar ocultar mi diversión ante aquella situación.

-me gustaría decir que no, pero, definitivamente, necesito una mano-dijo soltando un suspiro.

-bien, ahora intenta agarrar la cuerda con las mano-le indique, con gran agilidad se encorvo pudiendo así agarrar la cuerda.-me temo que esto te va a doler-dije tomando la cuchilla de plata que utilizo para corta las bayas.

Con todas mis fuerzas comencé a cortar la gruesa cuerda que mantenía suspendido en el aire al chico, hasta que este soltando un grito llego al suelo.

-¿te encuentras bien?-pregunte tendiéndole una mano.

-sí, muchas gracias-dijo sacudiendo su ropa. Ahí pude examinarlo con más detalle, tenía como 12 años, era alto, tez algo morena, de cabello azabache que me hizo recordar a una oscura noche sin luna y de unos hermosos ojos esmeralda.

-me alegro que estés bien-dije recogiendo mi canasta de suelo,- espero que te vaya bien-dije alejándome del chico.

-espera-me agarro de la mano, arquee una ceja.- ¿Dónde vas, Caperucita?

-a mi casa, por supuesto-respondí,-y no me llamo Caperucita.

-entonces, ¿Cómo te llamas?-pregunto intrigado.

-me llamo Lilliath Dawson-respondí haciendo una leve reverencia.- ¿usted?

-me llamo Garrick Criich,- respondió, correspondiendo mi reverencia- un gusto en conocerte, Lilliath-me dedico un gran sonrisa.

-lo mismo digo, Garrick-no pude evitar sonreírle.

¿Donde vas, Caperucita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora